La ocupación rusa de la planta de energía nuclear en Zaporizhia, en el sur de Ucrania, también expone problemas de seguridad para las plantas de energía nuclear belgas. Greenpeace dice esto el viernes, un año después del ataque ruso al sitio nuclear. Según la organización ambiental, por lo tanto, son necesarias pruebas de estrés adicionales. Extender la vida útil de las centrales eléctricas en nuestro país no debería conducir a un debilitamiento de los estándares de seguridad, se dice.
El 4 de marzo de 2022, soldados rusos llevaron a cabo un ataque contra la central nuclear de Zaporizhia, la más grande de Europa. Desde entonces, esa planta de energía nuclear ha estado de facto en manos rusas, pero el sitio todavía es bombardeado regularmente. Según las evaluaciones de Greenpeace, en los últimos 12 meses han surgido varios problemas de seguridad nuclear.
Para Greenpeace es necesario aprender lecciones de los eventos en Zaporizhia. La organización ecologista afirma que ninguna central nuclear está protegida contra un ataque armado. “La guerra en Ucrania ha demostrado con dolorosa claridad que un ataque violento a una planta de energía nuclear o a la red eléctrica puede tener consecuencias catastróficas para nuestro país y gran parte de Europa”, dijo Jan Vande Putte de Greenpeace Bélgica en un comunicado de prensa.
En Bélgica, se ejerce presión política sobre el regulador nuclear independiente FANC para debilitar los estándares de seguridad a fin de prolongar aún más la vida útil de las centrales nucleares antiguas y vulnerables.
Por lo tanto, se solicita que se realicen ‘pruebas de estrés de guerra’, que son comparables a las pruebas de estrés que se han llevado a cabo en Europa desde el desastre de Fukushima en Japón en 2011. “Las centrales nucleares belgas también deben someterse a nuevas tensiones Se necesitan pruebas y estándares de seguridad más estrictos para reducir los riesgos”, continúa Vande Putte.
Esas ‘pruebas de estrés de guerra’ deberían incluir una evaluación de la vulnerabilidad de los reactores a la pérdida de energía del exterior. También se debe examinar el impacto de los riesgos relacionados con la guerra de un ataque armado en las funciones esenciales de los reactores, como los sistemas de refrigeración, dice Greenpeace.
“En Bélgica, se ejerce presión política sobre el regulador nuclear independiente FANC para debilitar los estándares de seguridad a fin de prolongar aún más la vida útil de las centrales nucleares antiguas y vulnerables”, continúa Jan Vande Putte. “Esta presión política cínica no debe darse en , por el contrario, los estándares deben fortalecerse significativamente”.
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