Prioridad del país. El eje real del que depende el crecimiento de Italia, su credibilidad a nivel europeo, la posibilidad concreta de llevar a cabo las reformas que se esperan desde hace décadas, sobre las que “desde hace tiempo notamos una relajación de la tensión política y por las que consideramos cualquier remodelación temporal injustificada», la superación de las desigualdades que aún importan.
El que viene de Confindustria sobre la implementación del Pnrr es un fuerte llamado, más bien una verdadera alarma: «el factor tiempo es fundamental, los meses para reflexionar se han vuelto demasiados, es necesario decidir e implementar. Con una operación de verdad, repetidamente mencionada por el presidente Bonomi, sobre inversiones. Nos preocupa que la indeterminación se convierta en parálisis».
El temor de Vito Grassi, vicepresidente de Confindustria y presidente del Consejo de Representantes Regionales y para Políticas de Cohesión Territorial, es que este retraso -y el consiguiente clima de incertidumbre que gira en torno al Pnrr- se traslade a toda la política de cohesión, implicando más programación financiera: “se corre el riesgo de retrasar también el lanzamiento de los concursos para la programación 2021-2027, como ya está ocurriendo en algunos territorios, precisamente entre los que tienen que recuperar el mayor desfase”.
Es un juego complejo y entrelazado, que hay que afrontar con determinación, de cara al futuro: “no es productivo buscar responsabilidades o errores del pasado, sino que es fundamental pensar en el futuro, dirigir esfuerzos y recursos a intervenciones y medidas de aceleración”. , como las destinadas a empresas». El dinero se gasta en aquellos proyectos que crean un crecimiento potencial para el país. De lo contrario, es más eficaz destinarlos al mundo productivo, con beneficios automáticos para quien invierte, es decir, con el instrumento de los créditos fiscales: “con sus inversiones – subraya Grassi – el sistema productivo puede ser el protagonista de llevar a Italia hacia el desarrollo, en particular hacia la culminación de las transiciones verde y digital, manteniendo siempre el factor humano y sus habilidades en el centro». El ejemplo que pone Grassi atañe precisamente a la transición energética y al objetivo intermedio de 2030 del Fit for 55: para conseguirlo, según datos de la UE, Italia debería invertir 1.100 millones, mientras que el Pnrr destina 60. «No pues, no hay sólo la dificultad de gastar estos recursos, sino de implementar medidas urgentes para soportar el enorme esfuerzo que se requiere de los particulares”.
Italia no puede permitirse el lujo de desaprovechar esta oportunidad y estos préstamos: «como pudimos ver en el Documento Económico y Financiero, los recursos presupuestarios serán limitados en los próximos meses. Los únicos disponibles para el crecimiento serán precisamente los previstos por el Pnrr, el RepowerEu y los fondos de cohesión. Por eso es necesario, incluso con mayor determinación, utilizarlos todos y de la forma más eficaz».