Tres goles en dos partidos para el francés, dos para el americano. El sentimiento entre ellos ya es perfecto, bajo la mirada de Gerry Cardinale.
Hay un poco de azul, o más bien de azul -Chelsea azul, por supuesto- en este Milán que en dos días arrasó con las perplejidades de todo un verano en materia de producción ofensiva. Parecía que era complicado, demasiado complicado poder marcar en juego abierto.
Y también parecía complicado poner a Giroud en condiciones de tirarla por dentro. Cosa, esto último, que había generado bastante pánico entre la afición. Olivier, por su parte, se situó en el momento perfecto para el inicio del campeonato. Y junto a él ha encontrado un socio de confianza que es un viejo conocido de Londres. Giroud compartió el vestuario del Chelsea con Pulisic durante dos temporadas, de 2019 a 2021, llevándose la satisfacción de ganar también una Champions. Ciento ochenta minutos y los dos han dejado huella. Tres goles de Olivier, dos de Christian: cinco de los seis goles rossoneri son suyos y, en definitiva, la producción es abundante y preciosa porque todo es muy lineal. Lógico. Pulisic sale de lado, sale detrás, se cuela y viene detrás mientras Giroud le libera espacio o le ayuda con sus costados hábiles. Sin embargo, desde el punto de penalti el balón habla francés. Pertenece al delantero centro de referencia.
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Realmente parecen estar divirtiéndose, esos dos juntos. Una forma de actuar que el Milan había perdido hace tiempo y que ha redescubierto el gusto. Pulisic anota concluyendo una acción que él mismo inició, y en las gradas Gerry Cardinale sonríe ampliamente y asiente convencido. Asiente porque la acción fue hermosa, pero también porque Christian es su compatriota. Es el icono del fútbol lleno de estrellas, es el hombre (o más bien, a sus 24 años, más niño que hombre) que hace que se disparen los informes sobre las camisetas vendidas en Estados Unidos. Pero Cardinale probablemente asiente también porque faltan pocos días – era el 31 de agosto – para el primer aniversario de la transferencia de las acciones del club rossoneri. Si miras atrás, hay algo de qué estar satisfecho, pero al final basta con observar el presente. Equipo con pleno de puntos, un mercado que lo ha revolucionado todo y está dando resultados claros. Los nuevos que arruinan el banco, los viejos que recuerdan las cosas buenas de los años pasados.
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Giroud estaba encantado al final del partido: “Estamos muy contentos, hoy tuve la suerte de recibir dos penales, pero nunca es fácil lanzarlos. Estoy muy contento con el espíritu de equipo y la eficacia. La ambición es hacer como hace dos años. Esperamos luchar hasta el final por el Scudetto, no queremos escondernos, somos 4-5 equipos que podemos hacerlo. En este equipo hay aún más calidad y cantidad. Tenemos muchos jugadores, en cada posición del campo tenemos al menos dos. Subir el nivel siempre es genial”. Y aquí atención a lo que dice después, con picardía: “¿Un diputado Giroud? No lo sé, si me preguntas ahora creo que así estamos bien…”. Hambre. La fama a sus casi 37 años, uno de sus secretos. Y luego, un consejo para Leao: “Si se mantiene en este nivel todo el año, puede llegar aún más alto. Pero no se lo digo a menudo porque, de lo contrario, se relaja demasiado”. Rafael incorregible.
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