El delantero marcó después de dos meses: “Tuvimos que haber marcado 3-4 goles, necesitamos más ferocidad de cara a la portería. No quería salir porque tenía ganas de continuar, pero respeto a Pioli”
Comenzó con una sonrisa tan amplia que terminó con una ira colosal. Fue extraño el juego de Olivier Giroud, pasando de los dos balones enviados al cielo a aquel tablero electrónico que a diez minutos del minuto noventa mostraba su número 9 en el estadio. Oly observaba al cuarto árbitro con el ceño fruncido, con una especie de premonición de que luego equivalía a una sentencia ya que Jovic y Okafor calentaban al margen. Cuando Marinelli encendió el tablero, Giroud no hizo nada para ocultar su enojo, gritó un “¡no!” con mucho cuerpo, se golpeó las piernas con las manos y miró durante mucho tiempo, sombríamente, a su entrenador. Luego fue y se sentó en una hielera al lado del banco y permaneció allí hasta el final del partido.
nueve minutos
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Éste es el epílogo, pero ésta es una velada en la que realmente vale la pena contar el prólogo. Dos goles en la primera media hora, un doblete en nueve minutos entre el 22 y el 31. Oly llevaba dos meses esperando todo esto. Interminable, agotador ver a un equipo producir mucho y recaudar poco. Paró tras las tres primeras jornadas: cuatro goles, el mejor inicio de su historia y un récord que, como Ibra, parecía no existir. Luego se acabaron las burbujas y la última botella se descorchó el 1 de septiembre contra la Roma. En el medio, el imprescindible de siempre porque parece que hay cosas en Milán que realmente nunca cambian, y el hecho de que Olivier no tenga una alternativa creíble es una de ellas.
ferocidad
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A decir verdad, cuando llegó el momento del Napoli en el calendario rossoneri, a más de uno se le escapó una sonrisa. En general, porque en los últimos años el Diablo de Maradona siempre ha mostrado excelentes actuaciones. Y en particular para Giroud. En las dos últimas temporadas -es decir, desde que está en Milán- ha marcado dos veces allí y no han sido goles baladíes. En marzo de 2022, en el campeonato, la huelga que nos dio más o menos la mitad del campeonato. En abril de este año, partido de vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones, el gol que protegió el 1-0 del partido de ida en San Siro y envió al Milán a las semifinales. Dos goles que, como el de esta noche, tienen un denominador común: ambos llegaron tras un ayuno bastante largo. Un mes en ambos casos, mientras que esta vez Oly nunca había experimentado una abstinencia tan exagerada en los rossoneri. Realmente necesitábamos al Napoli y al estadio Maradona para desbloquearlo. Sonrisas que en el descanso daban la impresión de permanecer en los labios de Oly, hasta el empate napolitano y esa sustitución indigerible. Lo superará y, en cualquier caso, la vuelta de su número 9 a marcar sigue siendo la nota más feliz de la velada del AC Milan, aunque al final del partido todavía hay mucho enfado: “Estoy muy decepcionado y frustrado por el equipo – dice el francés – Empezamos bien, creamos muchas ocasiones, tuvimos que marcar 3 o 4 goles en la primera parte, tuvimos que sentenciar el partido… Sabíamos que el Napoli volvería a la En el lanzamiento con más energía, nos dijimos que debíamos mantenernos concentrados. En cambio, perdimos dos puntos. ¿Mi reacción en el momento de la sustitución? No soy un robot, soy humano y tengo emociones. Pensé que aún podía ayudar al equipo. equipo, el entrenador toma sus decisiones, tengo mucho respeto por el entrenador y después de cinco minutos me tranquilicé y tenía ganas de continuar, por eso no quería irme. Soy competitivo, siempre quiero más. duele por estos dos puntos perdidos: primero estaba viendo al Inter, espero que no nos arrepintamos. ¿El diputado Giroud? Lo tenemos sí, tenemos un equipo de calidad y cantidad, pero necesitamos tener más efectividad y ferocidad delante del gol.”