Giorgia Meloni podría postularse para la presidencia del Consejo. ¿Lo intentará o delegará en alguien más por miedo a romper el techo de cristal?


Antonella Baccaro (foto de Carlo Furgeri Gilbert).

PAGS.Por primera vez en nuestra historia reciente, debido a las próximas elecciones previstas para el 25 de septiembre, la política también invade la temporada navideña.

Y así, entre la cháchara empapada y la que se intercambia por los senderos de la montaña, resuenan los nombres y consignas de la campaña electoral.

Si tuviera que decir cuál es el debate que más ánimos enciende, antepondría la hipótesis, inédita en nuestro país, de una presidencia femenina.

Según las encuestas que avalan a los Hermanos de Italia por delante de otros partidos, su líder Giorgia Meloni se postularía naturalmente para la presidencia del Consejo.

Pero, ¿realmente la líder apuntará personalmente a Palazzo Chigi o, si gana de su lado, delegará en alguien más? No se me escapa que la cuestión es ciertamente política y concierne sobre todo al mantenimiento de la alianza pero, si me lo permiten, no sólo.

Hay consideraciones que atañen también a la psicología femenina y esa sensación de inadecuaciónque nos atrapa a las mujeres cuando por fin estamos llamadas a romper el “techo de cristal”.

En las muchas entrevistas que he hecho con mujeres que han llegado a gestionar verdaderamente el poder, he notado que este aspecto psicológico femenino se mide por el tiempo que tardan en explicarme en detalle las cursus honorum que los trajo allí.

Casi como si fuera necesario exponer sus credenciales, como si su llegada a lo más alto pudiera atribuirse a otra cosa. Y en el otro están los necesarios relaciones personales que, en el caso de un líder, se denominan «red social», y si en cambio conciernen a un líder, se orientan hacia la «cercanía», la «amistad», cuando no la «cooptación».

La inseguridad que nos lleva a la meta final es herencia de no estar acostumbrados al poder y es tan condicionante que en ocasiones puede llevar a dar un paso atrás.

Por poner un ejemplo, en algunos concursos para los primeros puestos de la Administración Pública se produce un colapso vertical de los candidatos entre la prueba escrita y la oral: muchos ni siquiera entregan, persuadidos como están, de que no han desarrollado un texto a la altura. la prueba. Pero no intentarlo es una forma segura de perder.

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