Cualquiera que conduzca por la campiña de Hellendoorn no se lo esperaría, pero de repente aparece un C1000 en medio de los prados. La cadena minorista, cuya última sucursal cerró en el verano de 2015, ha abierto ahora una nueva sucursal. No como supermercado, sino como museo. El sueño de Gerard Marsman (31), de Hellendoorn, ávido coleccionista desde hace muchos años.
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