Georgia en la Eurocopa es también un pequeño tratado de geopolítica


Mancini, autor del libro Fútbol, ​​política y poder: «Un pequeño país aplastado por Rusia y Turquía y el deseo de los jóvenes de sentirse parte de Europa»

Georgia, que en su primera Eurocopa se clasificó para octavos de final, no es sólo un cuento de hadas futbolístico. También es un manifiesto político. Participar, como protagonista, en una fase final de la revisión continental -algo que nunca había sucedido desde la independencia en 1991- representa una oportunidad histórica para llevar al corazón de Europa una reivindicación que surgió claramente en las calles, desde Tiflis hasta Batumi, en estos últimos meses. Las vehementes protestas contra el gobierno provocadas por la aprobación de la llamada «ley rusa» sobre los agentes extranjeros han puesto de relieve un sentimiento generalizado, especialmente entre las nuevas generaciones: la pertenencia a los valores europeos, el deseo de liberarse de Rusia y la ambición de entrar , un día, en la gran familia comunitaria. Así, este pequeño país de menos de 4 millones de habitantes representa un caso ejemplar de geopolítica aplicada al fútbol, ​​como explica Valerio Mancini, autor junto a Narcís Pallarès-Domènech y Alessio Postiglione del libro «Fútbol, ​​política y poder», publicado New World: “Georgia, aplastada por dos potencias como Rusia y Turquía, que siempre la han tratado como un amortiguador, se presenta al mundo gracias al deporte, y en particular a estos campeonatos europeos de fútbol, ​​en una fase muy complicada de su desarrollo. interno. Es como si una gran parte de la población, especialmente los jóvenes, proyectaran el deseo de acercarse a Europa a través de las hazañas de la selección nacional».

comparaciones

No es la primera vez que fútbol y política van de la mano en Georgia: basta pensar en el ex defensa del Milan Kaladze, ex ministro y alcalde de Tiflis durante siete años. Y no es la primera vez que las naciones utilizan un escaparate deportivo para emanciparse y expresar con fuerza su identidad. “Me vienen a la mente los ejemplos de Grecia ganando la Eurocopa de 2004 y Uruguay organizando el Mundial del centenario”, explica Mancini. En el caso de Georgia, el símbolo de la redención es Khvicha Kvaratskhelia. “Los georgianos consideran a Nápoles como una especie de consulado de Georgia. Una posible transferencia del mediapunta a otro equipo se convertiría en un fenómeno geopolítico y geoeconómico».



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