Durante tres días, un gato con manchas blancas y negras estuvo sentado en un árbol en el Zuideropkende en Hollandscheveld. Los propietarios intentaron en vano que su amigo de cuatro patas volviera a entrar en la casa, tras lo cual llamaron a los bomberos.
Intentó rescatar al animal acorralado con un recogedor de cerezas, pero el gato rebelde decidió lo contrario. El animal despegó y cayó desde más de seis metros. Pero como dice el refrán: un gato siempre cae de pie, y así fue esta vez.
Los propietarios observaron el fenómeno con los ojos muy abiertos, pero finalmente pudieron respirar aliviados. Su amigo peludo ha vuelto a casa ileso.