G7, acuerdo sobre 50 mil millones para Ucrania. Medio Oriente, presión sobre Israel para una solución de dos Estados


BARI – Los países miembros de grupo de los siete Aprovecharon su cumbre anual a nivel de Jefes de Estado y de Gobierno, este año en Borgo Egnazia, en Apulia, para lanzar un (sentido) llamamiento a la colaboración con China. La declaración final, adoptada hoy, viernes 14 de junio, revela todas las dificultades y embarazos del mundo occidental, cada vez más ansioso por tratar con Beijing y, en general, con nuevos y asertivos actores internacionales.

“Apuntamos a relaciones constructivas y estables con China (…) No buscamos dañar a China ni obstaculizar su desarrollo económico”, aseguró el G7 en su comunicado de hoy. «Sin embargo, expresamos nuestra preocupación por su persistente enfoque en toda la industria y sus políticas anticompetitivas que están teniendo consecuencias internacionales, distorsiones del mercado y un exceso de capacidad perjudicial en una gama cada vez mayor de sectores».

“No nos estamos desacoplando ni cerrándonos –añadieron Estados Unidos, Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia e Italia–. Sin embargo, queremos reducir los riesgos y diversificar las cadenas de suministro, cuando sea necesario y apropiado, y promover la resiliencia económica con la que contrarrestar los métodos económicos agresivos. También pedimos a China que se abstenga de adoptar medidas de control de exportaciones, especialmente de minerales críticos”.

El comunicado final confirma además el acuerdo político surgido el jueves y que prevé la concesión de un préstamo de 50 mil millones de dólares a Kiev, en plena guerra con Rusia (leer hoy Il Sole/24 Ore). Los detalles aún no se han negociado, pero de la cumbre se desprende que “los ingresos futuros de las reservas rusas congeladas en el momento del estallido de la guerra en Ucrania se utilizarán para reembolsar el préstamo y financiar el servicio de la deuda” que el G7 los países negociarán en el mercado.

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La postura contra Beijing se produce cuando la política económica china, basada en generosos subsidios públicos, es objeto de crecientes críticas desde muchos sectores. Esta semana, la Comisión Europea decidió aumentar los derechos sobre los coches eléctricos chinos (véase Il Sole/24 Ore el jueves). La cuestión china, sin embargo, no tiene que ver sólo con la economía. Esto ocurre en otros ámbitos: en particular en la guerra rusa en Ucrania, en el asunto taiwanés o en el equilibrio del continente africano.



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