Un escritor francés (no recuerdo quién; ¿Cocteau?), dice que una vez visitó el barrio donde creció. Cuando era niño tenía la costumbre supersticiosa de pasar continuamente la mano por las paredes y vallas mientras caminaba de casa a la escuela, y volvió a hacerlo en esa ocasión para activar sus recuerdos.
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