Hay dos formas de fama que la gente admira: morir temprano y sobrevivir. Frank Sinatra sobrevivió en 1955. En la década de 1940 causó histeria entre los jóvenes, y así fue como se descubrió la juventud por primera vez.
Pero cuando terminó la década, Sinatra era cosa del pasado. Su contrato cinematográfico fue cancelado y luego también su contrato discográfico. En 1950, Eddie Fisher era la nueva estrella. James Kaplan escribe en su monumental biografía “La Voz”: En aquel momento, Sinatra no podía imaginar que Eddie Fisher sería olvidado y que él mismo sería inmortal.
Después de leer la novela De aquí a la eternidad de James Jones, Sinatra estaba ansioso por interpretar el papel de Maggio. Marcó los pasajes del libro. Entonces Fred Zinnemann anunció la adaptación cinematográfica del bestseller y Sinatra se postuló. Nadie lo quería. Lo que posiblemente sucedió después se describe en “El Padrino”. Frank Sinatra consiguió el papel, actuó junto a Montgomery Clift, estuvo fantástico y ganó el Oscar en 1954. Y entonces Ava Gardner, con quien se había entregado, discutido y bebido, lo dejó a él, su diosa, su némesis.
En febrero de 1955 grabó las canciones de In The Wee Small Hours, el primer álbum moderno. Sinatra encontró su tema: el dolor masculino. Dejó en claro cuál es la interpretación de una canción, sí, qué es realmente cantar. No escribió canciones, pero fue su autor. Descubrió la tierra oscura del alma para la canción.
A regañadientes protagonizó la película musical “Guys & Dolls” con Marlon Brando. Brando era la siguiente generación, pero no podía cantar ni bailar. Ahora hubo murmullos. Era un tipo diferente de dolor masculino. Sinatra se mantuvo firme. Durante cuatro décadas. Cuando murió en 1998, el Empire State Building se iluminó de azul y las luces se apagaron en Las Vegas.
El más grande de todos los cantantes murió el 14 de mayo de 1998. Nunca nos dejó. Todo lo que tienes que hacer es escuchar “Thanks For The Memory” y todo está ahí de nuevo: “Sé que es una falacia/ Que los hombres adultos nunca lloran/ Bebé, eso es mentira/ Teníamos nuestro lecho de rosas/ Pero olvidamos esas rosas morir. “