en la era de objetivo Y hitos del Plan de Recuperación y Resiliencia, objetivos esenciales a alcanzar para obtener los recursos extraordinarios negociados con la UE, no se trata realmente de restar atención al otro gran tesoro de los recursos europeos: los fondos para la cohesión. El nuevo “Informe de intervenciones en zonas infrautilizadas”, que acaba de enviar el Gobierno al Parlamento, refrescará ideas. La estimación es de las ciclópeas: 14 años de historia, los dos ciclos 2007-2013 y 2014-2020, que sumando los fondos nacionales, suman 206.300 millones fragmentados en la plétora de 1,7 millones de proyectos (1.7412.412 para ser exactos) .
El Informe, elaborado por el Ministerio del Sur que dirige Mara Carfagna, indica que al 31 de diciembre de 2021 los pagos ascendieron a 94.400 millones o el 45,8%. Para 2023, se gastarán más de 30 mil millones de la programación 2014-2020. El retraso es evidente, también dado que los procedimientos de gasto para el nuevo Acuerdo 2021-2027 pronto estarán en pleno apogeo, de 76 mil millones, de los cuales 43 europeos, sobre los que el gobierno de la UE y la Comisión están en detalle (ver Il Sole- 24 Horario del 10 de junio). Pero el Departamento de Políticas de Cohesión (Dpc), dirigido por Ferdinando Ferrara, en su minuciosa reconstrucción ofrece algunas interpretaciones a considerar. Se considera que parte de estos datos son “fisiológicos debido al momento de implementación de las intervenciones que distribuyen los efectos contables en varios años, más allá de la expiración de cada ciclo de referencia”. Otra parte -se reconoce sin embargo- “se debe a las dificultades de implementación, que, además, las políticas de cohesión comparten con muchas otras políticas de intervención en Italia, también debido a la fuerte caída en el tamaño del personal de la administración pública en los últimos veinte años”. sobre los que la pandemia ha tenido un fuerte impacto en los últimos dos años, requiriendo una reprogramación extraordinaria». La tesis es entonces que en las condiciones actuales la AP seguirá luchando y acumular fondos sobre fondos no es suficiente: “Los recursos financieros disponibles no son suficientes por sí solos” y mucho del éxito de las intervenciones, se enfatiza, depende “sobre la programática y la velocidad de implementación.
Los ministerios lo hacen peor
En valor absoluto, el gobierno muestra un ligero avance, casi imperceptible, es decir, un avance de pagos de 10.000 millones respecto a 2020, año en el que el gasto adicional fue de 9.000 millones. También hay que tener en cuenta que el cálculo incluye aproximadamente 14.400 millones de fondos React-Eu, de los cuales 9,5 para el Sur, asignados además del ciclo 2014-2020 recientemente, como respuesta a la crisis de la pandemia. El informe también muestra la distancia entre los recursos totales asignados a Italia (206.300 millones) y los recursos efectivamente monitorizados (170.900 millones), porque se descuenta la ineficiencia crónica de las administraciones a la hora de subir datos al sistema de seguimiento. Pero sobre todo, el documento, junto con otro trabajo reciente de la DPC, el “Primer informe anual sobre la marcha de los Planes de Desarrollo y Cohesión”, desmiente una interpretación que se ha convertido en el estereotipo por excelencia de la política de cohesión en todos estos años. Es decir, los retrasos son todos atribuibles a las Regiones, y en particular a las Regiones del Sur, pero en el porcentaje de gasto que peor lo hacen son las administraciones centrales y los ministerios, dueños de los programas operativos nacionales (Pon). Si miramos la programación UE 2014-2020, por ejemplo, el peor comportamiento en términos de gasto certificado respecto al previsto es el de Pon Governance (18,4%), Pon Metro (19%), Pon Ricerca (20,7%) , Pon Scuola (35,8%), Pon Inclusione (41,5%). Resultados inferiores a prácticamente todos los programas con gestión regional, que tanto para el Sur (que absorbe cerca del 75% de los recursos) como para el Centro-Norte superan el 40% y alcanzan el 86% en Apulia, el 69% en Lombardía, el 68% en Emilia Romaña, 61% en Campania. La lentitud ministerial se hace aún más evidente al observar los datos de los Planes de Desarrollo y Cohesión (fondos nacionales). Aquí las administraciones centrales han gastado hasta ahora sólo el 8,9%, frente al 18% de las ciudades metropolitanas y el 46,7% de las regiones y provincias autónomas.
La lluvia de proyectos
A pesar de las dificultades de seguimiento, existen datos fiables sobre el avance de más de 1,7 millones de proyectos. El portal Cohesión Abierta, coordinado por la Dpc, informa que solo el 25% de los proyectos están concluidos, el 6% liquidados. El 63% aún está en curso y el 6% aún no ha comenzado. El 29 % de las intervenciones se refieren al transporte y la movilidad, por un valor total de más de 40 000 millones. Le sigue la competitividad empresarial con un 12%, medio ambiente con un 11%, educación-formación e inclusión social-salud ambas con un 8%, investigación e innovación con un 7%, cultura y turismo con un 6%, redes y servicios digitales con un 4%, energía con 3%. Si analizamos la naturaleza de la inversión, los proyectos de infraestructura sobresalen ampliamente con 104 mil millones, casi el doble de los recursos destinados a la compra de bienes y servicios. Unos 25 mil millones van a incentivos empresariales y 8,7 mil millones se clasifican como aportes a personas.