Flota a través de un mundo submarino lleno de algas y pulpos.

El sapo de río humanoide y el híbrido humano-mariposa-orquídea ya estaban perdonados. Entonces, entonces optas por un simbionte multicuerpo de rape y calamar. Ahí estaba yo, en un traje espacial futurista lleno de tubos y sensores, con gafas de realidad virtual en la nariz. Mis brazos están sujetos a la cabeza de un completo extraño por medio de largos guantes de cuero. Algo incómodos, flotamos juntos a través de un mundo submarino (hermosos gráficos), en medio de extrañas algas y pulpos de aspecto alienígena.

Simbiosis es el nombre de la instalación VR interactiva que se podrá experimentar esta semana en el Festival de Holanda. Quien entra en el teatro Frascati es transportado de forma experta a un futuro postapocalíptico por los autoproclamados ‘diseñadores de experiencias’ del colectivo Polymorf de Brabante. El cambio climático ha cambiado la tierra más allá del reconocimiento, pero sobre las ruinas del Antropoceno florece un colorido biotopo poshumano de formas de vida biotecnológicas y modificadas genéticamente.

Una importante fuente de inspiración para Simbiosis, según los miembros de Polymorf Marcel van Brakel y Mark Meeuwenoord, es el trabajo reciente de la bióloga y filósofa de la ciencia feminista Donna Haraway. especialmente su libro Quedarse con el problema (2016), en el que aboga por una relación más equilibrada entre humanos y no humanos. En tiempos de cambio climático y extinción masiva (los ‘problemas’ del título), no es apropiado, según Haraway, seguir viéndonos a nosotros mismos como una forma de vida soberana exaltada por encima de todo lo demás. Y por eso hace caso omiso de los peligrosos mitos antropocéntricos y defiende una forma de pensar ‘tentacular’, en la que el hombre se siente incrustado en una fina red ecológica.

fabulación especulativa

En su petición de una relación más multiespecífica («¡Haz parientes, no bebés!»), Haraway ve un papel importante para lo que ella llama fabulación especulativa. En otras palabras: historias que nos ayuden a imaginar un futuro radicalmente diferente y ecológicamente consciente. Es ese indicio de que Polymorph en Simbiosis se traduce en una experiencia inmersiva multisensorial, en la que no solo se abordan los ojos y los oídos, sino también el sentido del olfato, el gusto y el tacto. “Realidad virtual incorporada”, según los creadores, destinada a trasladar al espectador al mundo experiencial de otras formas de vida.

Cómo se llama: mientras mi compañero visitante simbiótico y yo estamos cara a cara con una medusa fluorescente, nuestro ADN de rape mutado se manifiesta en forma de un monólogo interior en nuestros auriculares. “¡Comida grasosa, tengo antojo de comida grasosa!” es el sonido del agua burbujeante. Me meten rápidamente en la boca un tentempié invisible parecido a un gel (preparado por el restaurante estrella Karpendonkse Hoeve) mientras una bolsa de aire palpitante en mi traje me masajea la garganta de forma casi anfibia.

Luego hojeo el extenso folleto del programa Symbiosis. ¿Podemos pensar como un moho mucilaginoso o respirar como un sapo? Dudo que me haya sentido realmente como un pez en la última media hora. Sin embargo, pierde el balón simbiosis poderosa a nuestra perspectiva demasiado humana.



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