Junto con la Navidad, solía ser el evento más importante del año: la feria de Tilburg. Hoy en día, muchos residentes de Tilburg mayores de ochenta años recuerdan a veces el “bote de diez centavos”, con el que se ahorraba durante todo el año para la feria. O la ramita de canela que debían compartir con toda la familia.
Tiny Matthijssen (82) y Riet van Amelsfoort (91) viven en una casa tutelada junto al centro de cuidados residenciales De Bijsterstede en el distrito Theresia de Tilburg. Todas las tardes caminan hasta el comedor para tomar una comida caliente. Y si hay algo que hacer, normalmente están ahí. Lo mismo ocurre este miércoles por la tarde durante la feria de Tilburg, cuando el dúo Bert y Ria actúan en el comedor.
“Te balanceaste con tanta fuerza que tus pies tocaron la lona”.
Es un gran momento para que Tiny y Riet recuerden la feria. Una feria que en su juventud lucía muy diferente a lo que es ahora. “Antes no tenías esas atracciones emocionantes. Estaban la oruga y el tiovivo”, recuerda Riet. Tiny añade: “Los columpios aéreos eran hermosos. Te balanceaste con tanta fuerza que tus pies tocaron la lona de la tienda. Cuando eso sucedía, el hombre del carnaval bajaba la velocidad de los columpios. Porque eso era demasiado peligroso”. Sonríen ante el recuerdo.
Ahorraron para la feria todo el año. El padre de Tiny gestionaba el ‘dime pot’, una alcancía en la que se depositaba el dinero para la feria. No sólo sus propios hijos ahorraban con él, sino que los trabajadores de la fábrica textil en la que era engrasador también le confiaban su dinero. Tiny: “Recibimos el dinero justo antes de la feria y entonces pudimos ir allí de verdad”.
“Bostezamos, pensamos que era tan hermoso”.
Riet era el mayor de una familia con dieciséis hijos, diez de los cuales sobrevivieron. En realidad, la feria era demasiado cara para una familia tan numerosa: “Porque no había ni un centavo”, dice. Riet siempre iba acompañada de cuatro o cinco hermanos y hermanas cuando iba a la feria. Y luego sólo se les permitió mirar. “Caminamos con la boca abierta”, lo demuestra Riet. “Bostezamos, pensamos que era tan hermoso. Me permitieron comprar una ramita de canela. Lo llevé a casa y pasaron las diez. Todo una pieza. Y el domingo en la feria nos dieron a todos un helado, con dos de esas torres, por tres céntimos”.
Pero en aquellos días no había quejas. Riet y Tiny coinciden en que todos estaban contentos con lo que obtuvieron. “Eso es diferente ahora. Si consiguen diez mil euros en sus manos, no estarán contentos”, se ríe Tiny.
Se llevan nuevamente el cancionero de Ben y Ria. Este dúo musical, pagado por el municipio, visita residencias de ancianos en Tilburg para acercar la feria a los residentes. Porque los vecinos ya no pueden ir todos a la feria. Y si durante el descanso también se sirven oliebollen en la mesa, la tarde no puede salir mal.