“Los restauradores están trabajando para determinar si la pintura, que está protegida por vidrio, está dañada”, dijo a la AFP el portavoz Klaus Pokorny. La acción fue reivindicada por la ‘Generación Letzte’ (Última Generación). El grupo climático también compartió fotos e imágenes de la acción en Twitter.
“Las personas que todavía están buscando y perforando en busca de nuevo petróleo y gas tienen las manos manchadas de sangre. ¡No puede haber bellas artes si hay dinero sucio de por medio!”, dijo el grupo climático.
En las últimas semanas, los activistas climáticos se han pegado con éxito a obras de arte en varios museos europeos. A finales de octubre, en el Mauritshuis de La Haya, Países Bajos, los belgas se vieron envueltos en tal acción, en la que se pegaron a la obra de arte de Johannes Vermeer ‘La joven de la perla’. Durante el mismo período, la activista climática Phoebe Plummer arrojó sopa de tomate sobre la pintura ‘Girasoles’ de Vincent van Gogh en la Galería Nacional de Londres. Los activistas climáticos utilizan esta técnica para llamar la atención sobre “la destrucción de nuestro mundo”.