Un niño de 14 años yacía muerto en su cama en una villa en Turnhout durante al menos un mes. Mientras tanto, su padre, dos hermanos y otras tres parejas con cuatro hijos, todos con raíces surinamesas, continuaron viviendo en la casa. Los investigadores sospechan que el niño se enfermó y su familia trató de curarlo con fantasmas y dioses en lugar de un médico y medicamentos.
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