Aldo Balocco, presidente de honor de la empresa de confitería del mismo nombre en Fossano (Cuneo), murió durante la noche. Tenía 91 años, la mayoría dedicados a la empresa a la que ayudó a hacer el gigante que hoy todos conocen.
Nacido en Fossano (Cuneo) en 1930, Balocco queda huérfano de madre a la semana de vida. Pasó su infancia entre Génova, donde lo crió la hermana de su madre, y Fossano, encima de la pastelería fundada en 1927 por su padre, Francesco Antonio Balocco. Desplazado durante la guerra en Langhe, regresó a Fossano en 1949, después de completar sus estudios secundarios en Cuneo, donde creció con su primo Piero, creador del renacimiento del chocolate Venchi.
La primera planta con solo 30 empleados
La idea del presidente de honor, sugerida a su padre, insistir en la repostería seca y empezar a producir dulces al por mayor. La revolución Balocco parte de la primera fábrica, repartida en cuatro plantas, con apenas 30 empleados. Las latas llenas de dulces, los “tole” en piamontés, destinados a los mayoristas de toda Italia, son la imagen más elocuente del cambio que se está produciendo.
Llegan los primeros hornos con carros extraíbles para panettone
Eran los años del auge económico, y en la fábrica de Via San Bernardo, embrión del futuro Balocco, se instalaron los primeros hornos de carro desmontables para panettone. Para empujar el panettone más allá de las fronteras de Fossano y de la provincia, era necesario superar el obstáculo de su conservación.
Tecnología de levadura natural
En 1955, Aldo Balocco decidió contratar a un joven lombardo, desplazado a Cuneo en los años oscuros de la guerra, que había trabajado en Milán en Motta y Alemagna, en ese momento dos gigantes de la industria de la confitería. Ermanno Crespi, originario de Abbiategrasso, introduce en Fossano la tecnología de “levadura natural”.