«La primera inundación nos pilló por sorpresa, yo nací aquí pero nunca había visto nada parecido. Lo segundo fue difícil de aceptar. El tercero, el de estos días, simplemente no debería haber sucedido”.
Antonella Valgimiglia tiene el móvil pegado a la oreja y sólo una bolsa de la compra en la mano, su familia viene a recogerla para llevarla a Forlì con otros familiares. Su casa está en via Massimo D’Azeglio en el Borgo, el barrio de Faenza que una vez más acabó bajo el agua.
«Estábamos terminando las obras de renovación tras la última inundación, teníamos que pintar, pero por suerte aún no habíamos puesto muebles nuevos. Para hacer todas estas cosas se necesita dinero, pero hasta ahora sólo he recibido tres mil euros de compensación, estoy esperando otros dos mil”.
Desde 2003 se han realizado algunas obras de consolidación en el río Marzeno, pero evidentemente no han sido suficientes. «Se cortaron las plantas, sí, se limpiaron pero no sirvió de nada. La noche antes de la inundación levantaron pilares de hormigón con más tierra, pero el agua lo arrasó todo.”
Todo parece haberse visto antes en este barrio, tanto es así que las operaciones de limpieza de las calles, de los garajes y del río de barro que lo sumerge todo son casi parte de una liturgia ya de sobra conocida por todos.