F1, Hamilton no se olvida de Abu Dabi: «En 2021 se manipuló el título»

En una entrevista con Sky Deutschland, el siete veces campeón del mundo compara el Mundial de 2008 con el del año pasado: “Tienen en común el dolor que dejan atrás. Pero en uno de los dos se decidió el resultado y luego se comprobó en la pista»

Federico Mariani

De Interlagos a Yas Marina, de Brasil a Abu Dhabi. El calendario de F1 de 2022 sitúa diferentes lugares de memoria frente a Lewis Hamilton. En el país sudamericano, el epílogo del Mundial de 2008 sonrió in extremis para el británico, que conquistó el primero de siete títulos en su carrera. En el Golfo Pérsico, en cambio, el mayor dolor deportivo, con el insulto recibido por Max Verstappen en una última vuelta llena de polémica por las elecciones del ahora ex director de carrera Michael Masi. Excepto por la emoción de esos momentos, sin embargo, Hamilton no encuentra analogías y hunde el golpe.

diferencia

La Copa del Mundo de 2008 está inevitablemente ligada a Timo Glock. El piloto de Toyota fue el árbitro involuntario del campeonato: sus dificultades por la lluvia que cayó en la última vuelta le abrió las puertas del Paraíso a Hamilton, quinto y campeón del mundo frente a Felipe Massa. En una entrevista para Cielo Alemania, dirigido por el propio alemán, Lewis explica: “Ese Mundial no fue manipulado. No se puede decir lo mismo del título del año pasado». Aquí la estocada durísima: “Alguien decidió que el resultado tenía que ser el que pasó en la pista. Los dos títulos son similares solo en el dolor que causan una vez que se pierden. Pero al menos en 2008 no se manipuló”.

la memoria

La referencia de Hamilton va inevitablemente a Michael Masi y la decisión muy disputada tomada antes de la última vuelta. El entonces director de carrera, de hecho, solo ordenó que los autos doblados colocados entre Lewis y Verstappen se dividieran debajo del Safety Car. Esto permitió al holandés acercarse al británico en la reanudación y, gracias a los neumáticos nuevos, Max logró adelantar a su rival. Un año después, la herida en el alma de Hamilton sigue abierta, destinada, quizás, a nunca sanar.





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