explosión hitleriana

La semana pasada no estaba de humor para un debate electoral estadounidense a medianoche, en vivo por CNN. Un resumen posterior me pareció suficiente. Equivocadamente, porque en todos esos resúmenes se ve una repetición interminable de los mismos altibajos.

¿Qué se había intercambiado exactamente entre Trump y Biden? ¿Biden había fracasado durante una hora y media, como se sugirió? Después de todo decidí ver todo el debate y descubrí que esos resúmenes no habían sido representativos en lo más mínimo.

Se centraron en los momentos más débiles de Biden, en los que cometió un error, no terminó una frase, dudó o tartamudeó. En realidad eso pasó unas cinco veces, ni mucho más, ni mucho menos.

En los resúmenes sólo veía a un hombre anciano y frágil que ya no podía pronunciar las palabras. Era como si su mente estuviera a punto de colapsar.

Pero si sigues todo el debate, se revela una realidad diferente.

Mientras que Trump grita principalmente insultos y sospechas, Biden suele responder con refutaciones puramente fácticas. En una serie de temas importantes –las guerras en Ucrania e Israel, la economía estadounidense, el aborto– mantiene toda su razón.

Sólo tiene en su contra la apariencia: la apariencia de que es un hombre viejo y decrépito, que ya no es del todo compos mentis. Esta apariencia surge porque tiene una voz débil y ronca y una expresión facial rígida y su impedimento del habla se vuelve más difícil bajo presión. Pero sospecho que Biden no tiene nada de malo mentalmente y es por eso que quienes lo rodean, especialmente su esposa, no están dispuestos a tirar la toalla.

Trump también pudo triunfar porque el formato de un debate televisivo de este tipo le conviene: puede desacreditar en voz alta todas las mentiras imaginables sin que los presentadores se opongan.

Hay muchas razones para estar más preocupados por Trump que por Biden. Lo que puedo recomendar a todos: vean el discurso de una hora y media (!) de Trump en Chesapeake, Virginia, el día después del debate televisivo en YouTube.

Aplaudido por una multitud frenética, Trump se lanza con todo contra Estados Unidos que piensa diferente bajo el sol abrasador. Es una explosión hitleriana de triunfalismo, desprecio, venganza y odio.

Todo se debe a los ‘migrantes’, todos criminales que roban a los estadounidenses sus empleos y su país con la plena cooperación de Biden y su clan.

“¿Cómo llamaremos a Biden?” le pregunta a su audiencia. „¿Joe el corrupto?» o «joe soñoliento”? Espera cada vez los aplausos y concluye: “¡Joe el corrupto!»

Luego observa: “El problema de Estados Unidos no es el declive personal de Biden, sino que sus políticas han causado el declive de Estados Unidos. Por eso los americanos dirán (ahora grita): ‘Biden corrupto, lárgate de aquí, no te queremos, ¡lárgate de aquí!‘”

¿Cómo llamaremos a Trump?






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