El mamut fue encontrado en 2012 en la isla siberiana de Mali Liakhovski. Un descubrimiento especial, pero no se quedó ahí. Porque resultó que el mamut contenía un excremento bien conservado. Eso dio ideas a los investigadores holandeses. Los científicos tomaron una pequeña muestra del animal hembra y la examinaron en busca de rastros de bacterias.
El permafrost (un área donde el subsuelo nunca se descongela por completo) resultó haber hecho su trabajo. Por ejemplo, se encontraron muchas bacterias viables en la caca. Estos se desarrollaron de modo que ahora hay cinco tipos diferentes de las llamadas actinobacterias que se arrastran en un laboratorio de Leiden.
“De alguna manera tiene sentido que podamos dar vida a las bacterias, porque el permafrost es un gran congelador”, le dice a Trouw el investigador Gilles van Wezel. “Aún así, es una idea mágica”, dice el profesor de biotecnología molecular de la Universidad de Leiden.
Junto con microbiólogos de Wageningen, Amsterdam y Goes compartido Van Wezel compartió recientemente sus descubrimientos con biólogos del resto del mundo. ¿Tiene miedo de que las bacterias finalmente tomen vida propia, como en Jurassic Park? “No, en absoluto. Estas bacterias no son tan diferentes”.