El técnico portugués es segundo en la clasificación. Se inspira en Nereo Rocco y Sacchi y durante 7 años fue profesor de educación física, antes de dedicarse únicamente al fútbol.
El entrenador milagroso enseñó educación física. Deambulaba por los pupitres de la escuela con un chándal oscuro y los bolsillos llenos. Dentro había papeles llenos de planes, tácticas y sueños. Muchos sueños: “Lo hice durante siete años. Fue fundamental. Sin ese camino no estaría donde estoy hoy”. Segundo de la primera división portuguesa. Armando Evangelista, de 50 años, dirige desde hace unos meses al Famalicão de Vila Nova y ya ha empezado muy bien: 9 puntos en cuatro partidos. Tres menos que el líder de la liga, el Benfica. Otro ladrillo para construir un negocio. Normalmente les va bien: “En 2023, gracias al trabajo realizado con Arouca, Marca me llamó el entrenador milagroso. Llevé al club a Segunda División y lo dejé con la clasificación a Europa. Ahora estoy intentando replicar todo con Famalicão”.
Y hasta ahora va bien. ¿Qué esperas de este nuevo desafío?
“Estamos hablando de un club que está en constante crecimiento desde todos los puntos de vista. Cuando Miguel Ribeiro, el presidente, me habló de este proyecto acepté inmediatamente. Ningún otro equipo ha crecido tanto en los últimos 5 años como el Famalicão. Tenemos las mismas ambiciones”.
¿Cómo se cierra la brecha económica con los tres grandes de Portugal?
“El primer paso es la concientización. No podemos competir con ese tipo de mercado y con esos jugadores que marcan la diferencia. Nuestro norte es el colectivo y la formación. Cuando elegimos un jugador tenemos que ir más allá de la superficie. Observamos los datos, estudiamos, entendemos, analizamos. Y luego atacamos”.
Una vez dijo: “Si no tengo que vivir del fútbol, haré otra cosa”. A sus 50 años puede estar satisfecho, pero ¿qué habría hecho si le hubiera ido mal?
“Habría vuelto a ser profesora de educación física, pero me preparo para ser entrenador desde que era adolescente. Era mi destino y era mi obsesión”. Enseñaste educación física durante siete años. ¿Cómo fueron tus días? “Enriquecimiento continuo. Planifiqué ejercicios, organicé sesiones de entrenamiento, intenté transmitir una idea o mentalidad de cierto tipo. Y a mi alrededor sólo había gente joven. Todo lo que aprendí me resultó útil”.
“Entrenador milagroso”. ¿Te reconoces en esta definición?
“En realidad, no. Mi única creencia es el trabajo, pero lo que hicimos con Arouca fue extraordinario. El primer año nadie creía en el ascenso, pero logramos el récord de victorias consecutivas, mientras que en la temporada siguiente logramos salvarnos con serenidad. En el tercero nos clasificamos para Europa. Fue la mejor temporada de la historia del club. Un gran orgullo.”
¿Cuáles son sus secretos?
“Siempre creyendo en ello. Además, cuento con un personal increíble que trabaja las 24 horas del día. Dedicación total. Antes de llegar aquí eran horas y horas de trabajo, días enteros sin dormir porque teníamos que prepararnos para los próximos partidos. Y esta rutina continúa hoy.”
¿Hay algún entrenador italiano que te inspire?
“Nereo Rocco y Arrigo Sacchi. Quien vive para el fútbol no puede dejar de estudiarlos. Agrego a Marcello Lippi y Carlo Ancelotti, obviamente. Intenté robar sus secretos varias veces…”.
¿Hay algo que te vincule con Italia?
“Cuando tenía veinte años visité Milán y quedé impresionado. El Duomo, Brera, San Siro. Crecí con los rossoneri de Sacchi y esos grandes campeones: Baresi, Maldini, Gullit, Van Basten, Rijkaard y todos los demás. Arte en movimiento”.
¿Ha recibido alguna vez ofertas de equipos italianos?
“No, pero está claro que me gustaría entrenar en la Serie A. Estamos hablando de un campeonato que lo ofrece todo y creo que me haría mucho bien. Pero estoy concentrado en Famalicão”.
¿Un hobby fuera del fútbol?
“Geografía. Me encanta leer historias sobre lugares desconocidos del mundo e imaginarme allí”.
¿Tu sueño en el fútbol?
“Mejorarme cada día. Y disfrutar de mi familia, el bien más bonito que tengo”.
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