Geert Onraet-Deschodt (57), de Koksijde, tenía ocho años cuando vio a un tal Robic Depoortere haciendo cosas increíbles en el café De Nieuwe Herberg de su madre en Alveringem. “Se dejó encerrar en una caja que fue enterrada a un metro y medio de profundidad. Su objetivo era estar en él de forma ininterrumpida durante seis meses. Duró 106 días”. A Geert le impresionó tanto que ahora, casi cincuenta años después, quiere saber más al respecto. ¿Y adivina qué? Robic sigue vivo.
Gudrun Steen
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