Esta tarde se emitirá en Canale 5 “Olympic Dream”, una película que narra el viaje de la selección ibérica a los Juegos Olímpicos de 1992. Los recuerdos de la leyenda española del waterpolo: “Fue un viaje muy duro, pero aprendimos juntos. para volver a levantarse”
Treinta y dos años después, los recuerdos de un viaje de vida permanecen. Manel Estiarte, leyenda del waterpolo español y ahora ayudante de Guardiola en el Manchester City, todavía tiene en el corazón y en los ojos la plata que lució alrededor del cuello en su casa, en los Juegos de Barcelona. Era el 9 de agosto de 1992. Ese día, el camino hacia los laureles olímpicos en casa sólo se estrelló contra la pared azul. Después de un partido épico contra Italia, consignado a los anales del deporte. “Fue una final increíble, perdimos 9-8 después de 6 tiempos suplementarios. El público se puso de pie para aplaudirnos. Entendieron el esfuerzo, la tragedia del momento. Y quizás allí encontramos la energía para volver a intentarlo cuatro años después”. ganando el oro en Atlanta”. Esta noche, vamos canal 5ese equipo será celebrado por Sogno Olimpico. Una película de 2022 con Álvaro Cervantes y Jaime Lorente, que cuenta el recorrido humano del grupo que entrena Dragan Matutinovic.
Estiarte, ¿cómo surgió la idea?
“La producción me llamó hace un tiempo, antes del Covid. ‘Tenemos este proyecto en mente’, dijeron. Y me lo presentaron. Querían contar la historia épica de aquella España a través de las historias humanas de los protagonistas, yendo más allá. “Pensé que era un riesgo, pero al mismo tiempo la iniciativa me intrigaba. Entonces me hicieron leer el guión…”.
¿Y qué pensó?
“Tenía algunas dudas sobre la estructura de la historia, pero entendía las necesidades de la ficción. Sobre todo, me preocupaba que estuvieran ahí las cosas fundamentales. Primero, concienciar a los jóvenes españoles de esa época dorada, con los Juegos Olímpicos en nuestro En casa. Segundo, valorar un deporte como el waterpolo y la importancia que se le dio a un camino que hasta la final de los Juegos del 92 fue muy duro. Y luego, el valor de la reanudación tras la derrota y el gran trabajo de. Los actores comprendieron el valor de la empresa. Incluso se sumergieron en la piscina en invierno.
¿Cómo fueron esos Juegos en tu casa?
“En España había un entusiasmo loco, se podía sentir en todas partes. El entrenador Matutinovic pensó en una retirada blindada para nosotros. Nos obligó a prepararnos en la montaña y nos aisló en la villa olímpica. Participamos por el oro, no fue así. Coincidencia de que ganamos todos los partidos y llegamos al partido contra Italia, un grupo muy fuerte. Precisamente porque entendimos el valor de esa oportunidad, perder nos dolió mucho, pero cuatro años después, en los Juegos Olímpicos de Atlanta, nos dolió mucho. Todos juntos, abrazándonos, transformamos la tristeza en sonrisas”.
¿Cuál fue la clave?
“Era un grupo de calidad. Hombres reales unidos por la hermandad. Pero me gustaría subrayar una cosa. Siempre usamos los términos victoria y derrota y encaja, son parte del vocabulario. Sin embargo, como enseña Velasco, la frontera Se trata de un título olímpico otorgado al final de un partido loco, con un público magnífico que aplaudió a ganadores y perdedores. La gente entendió el esfuerzo de los hombres en la piscina y nos ayudó a dejar de lado la tragedia deportiva. partido de waterpolo, sino un viaje humano, intentar explicar los lados ocultos de la mente, como en mi caso, imaginar, perder una final olímpica en Barcelona…”.
¿Hay algún momento que recuerdas más que otros?
“Hago una afirmación general que ayuda a comprender. El señor Matutinovic era sargento, en los entrenamientos nos llevaba a dar lo mejor de nosotros. Incluso unos contra otros, porque en aquella época dominaba la idea de que el esfuerzo físico hacía crecer la mente”. El equipo italiano también trabajó duro en esta dirección. Antes de la final, recuerdo que empezamos a gritar para animarnos, no por falta de respeto, claro está, sino para liberar adrenalina. Es algo que se ve a menudo, pero impactó. “Me recuerda el silencio de los Azzurri. Estaban concentrados, no se inmutaron. Y cuando entraron a la piscina, después de unos minutos se pusieron arriba 3-0. Quizás Italia ganó allí, pero aprendimos la lección”. Y en Atlanta ’96, contra Croacia, el guión cambió.
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