Este texto no fue escrito por Elfriede Jelinek

Desastre climático, adicción a la energía, aumento del nivel del mar, peligros y tentaciones de la energía nuclear: Lucecita está repleto de temas que profundizan más que los problemas del día. Al mismo tiempo, la actuación es una serie de instantáneas. Las fechas del título hacen referencia a los orígenes: en 2011 y 2012, Elfriede Jelinek escribió obras de teatro en respuesta al desastre nuclear de Fukushima; complementado con una tercera parte, que en 2017 sirvió de base para un teatro musical que se estrenó en la Ruhrtriennale. El director Nicolas Stemann concluyó su curaduría como artista asociado del Festival de Holanda con el trabajo actualizado.

Espectáculo sensual

Perro cantor, andamios industriales, trajes de burbujas, líquido verde venenoso que inundaba el escenario: Lucecita ofreció un espectáculo excitante. El texto irónicamente alienante de Jelinek y la brillante música electroacústica de Philippe Manoury crearon una realidad onírica que difícilmente podías captar, pero que se sentía como la lógica interna de nuestro tiempo. Los actores Niels Bormann y Katharina Schubert conversaban alegremente en un diálogo continuo sin anclas, como partículas elementales, Cassandras contemporáneas, nadie y Elckerlyc, A y B o simplemente actores.

Un fuerte cuarteto de solistas vocales, a la sombra de cuatro cantantes de Nederlands Kamerkoor, también cambió continuamente de roles. En la música turbulenta, colorida y contrastada de Manoury, excelentemente interpretada por los Instrumentos Unidos de Lucilin de Luxemburgo, brillaba una perla tras otra.

Si bien las primeras partes fueron tan urgentes como siempre, al final la tensión disminuyó: las cosas de hace cinco años, como la persistente incredulidad sobre la elección de Trump o la inminente escalada nuclear entre EE. UU. y Corea del Norte, parecían anticuadas: todo seguiría siendo volverse mucho más loco, ahora lo sabemos. Una adición de la semana pasada aludía a la guerra actual y la crisis energética, por lo que todavía faltaba ‘2022’ en el título. Ese texto afirmaba no haber sido escrito por Jelinek, por lo que no quedó claro si se trataba de su propia broma. En cualquier caso, se perdió la sublime inevitabilidad con la que Lucecita vomitó el lenguaje del oráculo durante dos horas.



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