A todo el mundo le ha pasado: alquilas un libro en la biblioteca y lo devuelves con unos días de retraso después de leerlo. No es pecado mortal, siempre que se pague simplemente la multa impuesta por la biblioteca. Pero el estadounidense Chuck Hildebrandt (63) lo pasó realmente mal. Devolvió el libro prestado a la biblioteca cincuenta años (!) demasiado tarde.
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