Está bien castigar a la Juventus, pero sus aficionados no deben ser humillados

Han surgido años de gestión insana. Posibles otras sanciones, los nuevos directivos tienen la tarea de reiniciar sin más prepotencia

Hace una semana, antes del partido de Maradona ante el Napoli, la Juventus que regresaba de ocho victorias consecutivas soñaba con una gran remontada para el Scudetto. Hoy se encuentra en la mitad de la tabla, fuera de Europa, penalizada con 15 puntos. Y pensar que hace apenas un día, extraoficialmente, la empresa derramó un gran optimismo y el convencimiento de que no se aceptaría la solicitud de reapertura del proceso por plusvalía. Tal vez solo fue una pretáctica, ciertamente el club Juventus no esperaba ni las duras solicitudes del fiscal federal Chiné, ni que la Corte Federal de Apelaciones endureciera aún más las penas al imponerle una sentencia muy dura al club que cae en picado en la tabla de posiciones y sus ex altos ejecutivos de Agnelli a Paratici, de Nedved a Arrivabene hasta Cherubini, quien aún no es ex pero probablemente pronto lo será. Una sentencia similar ciertamente puede sorprender -y la Juve pregunta polémicamente por qué los otros clubes han sido absueltos- pero certifica que las faltas del club han sido muchas y muy graves en los últimos años en los que el intento de dar un nuevo salto en la calidad deportiva ha llevado a un gestión desconsiderada. Las intercepciones, como también sucedió en el pasado, dejan poco lugar a dudas.

El sistema

La Juventus, que hasta la llegada de Ronaldo compaginaba victorias en ligas y copas con balances saneados, empezó a caminar sobre la cuerda floja para ponerse al nivel de los mejores clubes del mundo, imaginando que el objetivo de salvarla estaba representado por alianzas con clubes. que permitieron inflar artificialmente las operaciones del mercado para llegar a fin de mes. Como suele ocurrir, a fuerza de ganar se corre el riesgo de caer en el delirio de la omnipotencia y sentirse inexpugnable, injuzgable y, por tanto, por encima incluso de las reglas. Se crea una mezcla de presunción, astucia y soberbia que nunca lleva a nada bueno (no es casualidad que el nuevo presidente Ferrero dijera en la junta de accionistas: defenderemos el club con rigor, pero sin soberbia).

Primero el intento de montar la Superlega de forma disimulada y carbonara, idea que le costó a Agnelli el puesto de presidente de la Eca y su carrera en los despachos internacionales. Luego el probado sistema de plusvalías para arreglar balances lastrado por operaciones sobrepresupuestadas y la crisis económica agudizada por el Covid. Y por último el caso de los sueldos de los futbolistas. Lo que ahora asusta aún más que antes, porque es objeto de un juicio futuro. Así como se teme que la UEFA pueda usar mano dura con la exclusión de las copas por más de un año. Veremos.

El futuro

De nada sirve ahora hacer predicciones sobre cómo acabará el Recurso ante la Junta de Garantía, que no puede modificar la sentencia de la Cámara de Apelaciones y por tanto eliminar o rebajar los 15 puntos de sanción, sino sólo devolverla para una nueva discusión en caso de los defectos de forma y de las violaciones del derecho de defensa. O hipotetizar las próximas decisiones en el polideportivo sobre el caso salarial (sin olvidar que también hay un proceso ordinario…). Nos merecemos los comentarios, no las predicciones. Hay jueces predispuestos a decidir. Y el que se equivocó debe pagar. Sin descuentos. Pero también hay gente de la Juventus que no debería ser humillada. Las faltas de los directivos, que no por casualidad ya dimitieron o te defenestraron, no recaen en millones de hinchas culpables de cómo se manejaban los presupuestos del club. La muchas veces vana esperanza puesta en todos los seguidores (incluso en los que hoy se alegran y tal vez tengan otros esqueletos en el armario) es que siempre se mantengan apegados a los colores y no a los hombres que los llevan mal. No debe haber orgullo en el error. Es increíble cómo el club más exitoso de Italia en los últimos 16 años ha terminado tantas veces fuera de juego y en las aulas de las canchas deportivas y ordinarias.

El nuevo curso de la Juve comenzó hace unos días, quien tome las riendas del club tiene que jugar un partido cuesta arriba, perjudicado por los que ya no están. Tendrá que encargarse de defenderse y empezar de nuevo. Combinar resultados deportivos y una buena gestión en el futuro. Este golpe pone en juego no solo la temporada, sino también el futuro de muchos protagonistas, desde el entrenador (último eslabón de la anterior dirección) hasta varios grandes nombres agonizantes que quizás quieran seguir en otro lado. La Juve ya ha tenido que hacer frente al tsunami y volver a ponerse en pie. Hará falta serenidad, autocrítica, voluntad, capacidad, criterio y ambición histórica. Pero sin arrogancia.



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