Desde el martes, a los representantes españoles se les permite hablar catalán, euskera o gallego en el parlamento. Ésa era una exigencia de los nacionalistas catalanes de Carles Puigdemont, para quienes el apoyo del primer ministro socialista Pedro Sánchez era crucial. El propio Sánchez está intentando encontrar apoyos para volver a ser presidente del Gobierno de España.
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