6.
«Me di cuenta de que me había casado con la persona equivocada cuando, durante una discusión, me gritó que lo único que me importaba era el dinero. Esto fue después de que dejara un trabajo en el acto, sin ningún plan B y sin consultarme, una vez más. Esto me molestó porque lo único que quería era una pareja que estuviera dispuesta a compartir la carga y trabajar conmigo por nuestro futuro. Debería haberlo sabido. Planifiqué y pagué la boda yo misma y mantuve nuestra estabilidad financiera durante casi una década mientras él era despedido o renunciaba a un trabajo tras otro. Durante todo ese tiempo, trabajé en la misma empresa, en un trabajo que odiaba, para tener estabilidad. Intenté muchas veces hablarlo con él, sobre encontrar un trabajo en el que pudiera quedarse o desarrollarse, y recortar gastos innecesarios junto conmigo para que pudiéramos ahorrar para comprar una casa y formar una familia».
«Después de esas conversaciones, él decía que estaba dispuesto a esforzarse, pero finalmente, después de esa discusión (y de tantos años en los que nada cambiaba), me di cuenta de que él nunca iba a crecer y que yo tendría que cuidar de un niño-hombre durante el resto de nuestro matrimonio. Ahora estoy felizmente divorciada de él».