«Es cierto. A veces es natural que los hombres llamemos a las mujeres por su nombre en lugar de por su apellido. Está mal, no se hace, hay que decirlo. "medico x", "profesor y", o simplemente llamarlos por su apellido». ¿Estás de acuerdo?


Aldo Cazzullo (foto de Carlo Furgeri Gilbert).

tuUn lector me escribe: ¿por qué escribiste “Sofia y Federica” en lugar de Goggia y Brignone en el título de tu respuesta a los lectores, hablando de nuestras mejores esquiadoras?

Es cierto. A veces es natural que los hombres llamemos a las mujeres por su nombre en lugar de por su apellido.. Está mal, no se hace, deberíamos decir «doctor X», «profesor Y», o simplemente llamarlos por su apellido. Seremos más cuidadosos.

Por cierto: para uso empedernido, cuando se menciona el apellido de una mujer, se antepone el artículo «la», precisamente para dejar claro que se trata de una mujerincluso cuando sería inútil: todos saben que «Merkel» es una mujer, como todos saben que lo es «Tatcher».

No me parece un escándalo, pero cuando lo escribí en el Corriere della Sera una mujer comprometida con la política, mucho menos conocida que Merkel y Tatcher, me desató contra la horda social (Italia es quizás el único país del mundo donde los políticos critican a los periodistas y no al revés).

¿Qué decir? No lo volveré hacer. Merkel, Tatcher, sin artículo. Y, por supuesto, Goggia y Brignone, no Sofia y Federica. Queda un hecho: ¿no se llama a las reinas por su nombre, como a los reyes?

¿Hay algo ofensivo en pronunciar el nombre de una persona, estrictamente emparejado con ella y no contigo? Tal vez tengo un apellido gracioso (en piamontés significa «cucharón», pero explicarlo empeora las cosas), que me atrae ironías y juegos de palabras desde que estaba en el jardín de infantes (generalmente por gente que no tiene otros argumentos), pero prefiero sin comparación ser llamado por el nombre y no por el apellido.

Quizá lo mejor sea conseguir que la gente elija cómo quiere que se le llame. También se aplica a las funciones: director o director? ¿Abogado o procuradora? ¿Ministro o ministra? Alcalde o alcaldesa? Sin olvidar que el criterio de la lengua es el uso, y los cambios son siempre paulatinos.

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