La diva del pop Madonna actuó en Amberes el domingo por la noche. Uno de sus mayores admiradores es, sin duda, Erik Dwarswaard (49), de Veldhoven. Se paró al frente de la audiencia para ver si Madonna, de 65 años, sigue siendo la misma estrella de su juventud. El momento en que su dormitorio todavía estaba lleno de decenas de carteles del cantante estadounidense.
El superfan Erik de Veldhoven tuvo que tener paciencia antes de poder ver brillar a su ídolo por novena vez. “El concierto debía empezar a las ocho y media, pero ella no subió al escenario hasta las diez”, dice. Se ríe: “Pero con Madonna eso lo das por sentado”.
Una vez que empezó a cantar los éxitos, rápidamente se olvidó de ello. “Fue realmente genial”, reflexiona sobre el concierto.
“Te das cuenta de que Madonna ahora es un día mayor”.
Antes de ordenar las entradas, Erik dudó un momento. Un billete cuesta casi 200 euros. “Pero pensé, tal vez sea su última gira. Así que tuve que ir y valió la pena el dinero”, dice Erik.
“Te das cuenta de que ella es un día mayor”, admite Erik. Pero el espectáculo le impactó: “El contacto con el público fue especial, ella habló de su enfermedad. Eso afectó a todos”.
“Madonna fue la primera persona que escuché decir algo positivo sobre los gays”.
Erik cayó bajo el hechizo de Madonna alrededor de 1985. “Nos mudamos de Groningen a Brabante y en la nueva clase descubrí que me gustaba un chico. En aquella época se oían principalmente cosas aterradoras sobre los homosexuales y el SIDA”, dice Erik.
El propio joven Erik no estaba muy interesado en su música, pero Madonna entró en su punto de mira cuando vio una entrevista televisiva con ella. “Por primera vez escuché a alguien hablar positivamente sobre los gays”.
“Es extraño que escuches a menudo que Madonna se está haciendo demasiado vieja, pero yo no escucho nada sobre Bruce Springsteen”.
Desde entonces, todo el dinero que ganó con su reparto de periódicos se destinó a revistas en las que aparecía Madonna y, más tarde, también a conciertos. Cuando tenía 12 años, cubrió toda su habitación con carteles. “Tengo otro en el hueco de la escalera”, admite.
Todavía no se aburre de los conciertos. De hecho, volverá a ir en diciembre. “Creo que es genial que Bruce Springsteen sea amado en el escenario, pero con Madonna a menudo escuchas que es hora de parar”.
“Afortunadamente a ella no le importa eso, así que puedo seguir disfrutando de sus programas por el momento”.