Desde el 22 de octubre de 2022, un potencial conflicto de intereses pesa sobre Eric Schmidt, exdirector ejecutivo de Google y actual miembro de la Comisión Nacional de Seguridad en Inteligencia Artificial de Estados Unidos. Mientras es presidente de esta organización, Eric Schmidt habría invertido en varias start-ups especializadas en IA. Problema: su función es redactar proyectos de ley para regular y fiscalizar sus usos.
Eric Schmidt, de jefe de Google a asesor cercano de la administración de Estados Unidos sobre IA
Desde principios de la década de 2000, Eric Schmidt se presenta como un especialista en inteligencia artificial y computación en la nube, imagen que mantiene como director ejecutivo de Google entre 2001 y 2011 y presidente ejecutivo de Alphabet hasta 2017. Poco a poco, no duda en ayudar al gobierno. , especialmente bajo la administración de Obama, cuando uno de sus sitios web healthcare.gov no está optimizado o cuando algunos electores le piden consejo sobre ciertos temas relacionados con la innovación.
En 2016, se convirtió en presidente de la Junta de Innovación de Defensa, un organismo diseñado para conectar más fácilmente a Silicon Valley con los cuerpos militares estadounidenses. Su objetivo es asesorar a los altos mandos de defensa del país en torno a nuevas tecnologías que puedan ser útiles para afrontar los retos futuros del ejército.
Fue en 2018 cuando se convirtió en presidente de la Comisión de Seguridad Nacional sobre Inteligencia Artificial, una organización formada para asesorar a la Casa Blanca y al Congreso sobre este complejo tema. Antes de la creación de esta comisión, Barack Obama había promulgado una ley para impedir que cabilderos o cualquier persona con un conflicto de intereses se sentara en juntas o comisiones federales. Eric Schmidt no era una de esas personas, hasta que se hicieron algunas revelaciones.
Al invertir en brotes jóvenes prometedores, Eric Schmidt crearía un conflicto de intereses
Según información de CNBC, solo cinco meses después de su nombramiento en esta nueva organización, se dice que Eric Schmidt invirtió en una empresa emergente británica llamada Beacon como parte de su primera ronda de financiación. Esta start-up ha desarrollado tecnología para identificar rutas de envío rentables para las empresas de transporte. Además de esta aportación económica, el exjefe de Google ha apoyado a otras start-ups, unas cincuenta, que sitúan la IA en el centro de su oferta.
Para muchos especialistas en ética, este tipo de comportamiento puede generar un conflicto de intereses, incluso si nada en la ley prohíbe realizar este tipo de inversión. Desde su posición, Eric Schmidt tiene una inmensa influencia en la política que el país llevará en torno a la IA y sus múltiples inversiones pueden verse como una forma de favorecer ciertas estructuras sobre otras. Peor aún, si estas start-ups pretenden ser absorbidas por grandes grupos estadounidenses, el hecho de que Eric Schmidt posea un porcentaje de estas pequeñas estructuras puede verse como una forma de rentabilizar su inversión a espaldas del gobierno estadounidense.
Más simplemente, para algunos, el ex presidente ejecutivo de Alphabet debería haberse contentado con evitar hacer estas inversiones privadas y concentrarse en sus esfuerzos para implementar una política pública concreta en torno a la inteligencia artificial. Mientras tanto, Estados Unidos continúa su trabajo para supervisar y regular el uso y el mercado de la IA en su territorio.