Era una auténtica outsider del arte y su salón fue el destino de una intelectualidad excéntrica durante décadas.


Aldo Cazzullo (foto de Carlo Furgeri Gilbert).

ES el verano de Bienal de Venecia comisariada por primera vez por una mujer italiana, Cecilia Alemani. Es una emoción encontrarse, junto a artistas contemporáneos, a un gran Turín que ya no está: carol rama.

Una mujer que nunca compartió su vida con un hombre: «Fea, pobre, enfadada. ¿Cómo me amabas?» le gustaba decir, con orgullo y dolor. Pero su sala de estar fue el destino de una intelectualidad excéntrica durante décadas: Massimo Mila y Giorgio Manganelli, el arquitecto Carlo Mollino y el joven Calvino, el historiador del arte Paolo Fossati y Edoardo Sanguineti, el poeta irreverente e irónico, el amigo de la vida.

Carol encontró en Sanguineti al intelectual que la hizo sentir más culta y completa; Edoardo encontró en ella una pintora inteligente y tímida, llena de energía, para comprender y proteger. «Desarmado y desarmado de una manera encantadora», ella era una verdadera ajena al arte, reconocida solo en la vejez.

Tenía tres nombres: Olga Carolina Rama se convirtió en Carol Rama y, tras conocer a Man Ray, Carolrama, todos atacaron. Man Ray la convenció de cambiar también su look, renunciando a la melena de león estilo afro por la trenza «corona». en la frente con la que fue inmortalizado y devuelto a la historia.

Los grandes artistas rechazan los roles, en particular el que relega la expresión de la mujer al ámbito del cuidado y la fragilidad. En las cartas desvergonzadas de Carol Rama -dentaduras postizas, trampas, sexos femeninos, lenguas afiladas como espadas- no hay nada delicado, sino poesía y estilo desarmante.

También fue precursora de los trastornos alimentarios: «Nunca la han masticado, solo tomaba capuchinos» escribieron sobre ella. Le encantaba decir: «El sentido del pecado es mi maestro. Creo que lo que he hecho, lo que hago, agrada a los que han sufrido, a los que se han sentido al menos una vez cerca de la locura y han encontrado una salida como yo en la pintura. Aún hoy, a veces cuando pinto siento que estoy volando».

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