Entre el 4-2-3-1 y el 4-3-3: Pioli y su Milán de músculos, centímetros y verticalidad

Entre los que ya llegaron y los goles que le faltan al Milanello, el Diablo muda de piel y el técnico prepara un equipo capaz de cambiarse de ropa con frecuencia. Equilibrio táctico potencial de Chukwueze

Marcos Pasotto

Las palabras del propietario parecerían tranquilizadoras: «Estoy trabajando incansablemente para asegurarme de que esté equipado para el éxito». Remitente: Gerry Cardinale. Destinatario: Stefano Pioli. Fecha: Rally temporada ’23-24. Este es parte del mensaje que recibió el técnico el día que el Milan volvió al trabajo. Es decir, el día en que el técnico sintió la necesidad de aclarar algunos conceptos ya expresados ​​en los últimos meses: «Ha llegado el momento de hacer algunos cambios. Me siento el arquitecto de una casa donde la estructura es sólida, pero algunas zonas hay que renovarlo y revisarlo. Buscamos jugadores de calidad e inteligencia, con los que también puedas probar cosas nuevas desde el punto de vista táctico”. El cierre es casi un llamado de corazón: “Pienso y espero que antes de partir para Estados Unidos, el 21 de julio, haya alguna llegada más”. Nunca como en los últimos meses Pioli se había dirigido directamente al club para impulsarlo -digámoslo así- en el mercado. Y por otro lado hay que entenderlo, ya que la rosa será sacudida por cerca de un tercio de sus elementos.

verticalidad

Una situación con pros y contras. La desventaja es la necesidad de insertar los nuevos en el menor tiempo posible, la ventaja es que en función de quién llega puedes -como dice el entrenador- variar el marcador táctico. El punto de partida seguirá siendo la zaga de cuatro, que es el único departamento donde, salvo que haya salidas (¿Cage?), no hay necesidad de intervenir. Pioli también aclaró ayer la situación de Kalulu: «¿Defensa central o lateral? El año pasado lo confundí un poco. Empezará de central y puede jugar de lateral si es necesario». El fulcro del nuevo Milan, en el marco del habitual 4-2-3-1, será el centrocampista y la mediapunta. Aquí sí que cambia, y bastante. No solo en nombres y apellidos, sino también en el tipo de jugadores buscados o ya llegados. Loftus-Cheek y Reijnders son perfiles «verticales», de inserción (pero no solo), con una importante fisicalidad. Jugadores con una forma «europea» de hacer el papel, se dice en estos casos. Musah, otro objetivo, tiene un tonelaje menos impresionante pero características de asaltante idénticas. En otras palabras, es razonable esperar un Milan que regatee menos en el corazón del campo, que busque más las verticalizaciones y que quizás en el mediocampo ya no se deje vencer en duelos y cuerpo a cuerpo.

última ranura

El trocar sigue siendo un gran interrogante porque una cosa es jugar con Chukwueze y otra sin él. Por su parte, la llegada del nigeriano excluiría la de Taremi en ataque por el último hueco como extracomunitario, y en base a ello probablemente también variaría la posición de Pulisic: a la derecha sin Chukwueze, en el centro con él. Incluso la llegada de Taremi cambiaría en parte la forma de jugar del Diablo: el iraní, frente a Giroud y Morata, es el delantero centro que más ocuparía el área. Hasta ahora hemos hecho consideraciones en base al 4-2-3-1, pero el 4-3-3 también está a la vuelta de la esquina. Pioli lo está pensando no solo como un repliegue o una situación de necesidad, sino también como un sistema primario para alternar con el 4-2-3-1. En este caso se reforzaría la mediana, y esto tendría sentido sobre todo si llega otro centrocampista al Milanello. En este punto Pulisic encontraría espacio en el ángulo superior derecho y el sacrificado sería el centrocampista ofensivo. Podría ser el aterrizaje táctico más lógico en caso de que no vayas a las damas con Chukwueze.





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