Entiendo bien por qué muchas mujeres pueden soñar con una escapada, al menos por unas horas, a un fin de semana corto, a una visita a un spa, a un viaje con las amigas…


qCuando mi madre discutió furiosamente con mi padre, lo anunció teatralmente como un gesto de extrema transgresión. “Me voy al cine”, tomaba la puerta de entrada y la cerraba detrás de él..

Viajar, cada vez más mujeres lo dejan en paz: 7 consejos a seguir

Papá siguió leyendo el periódico, imperturbable, mi hermano y yo nos miramos con expresión inquisitiva, porque mamá nunca iba al cine y tal vez ni siquiera le gustaba.

Comprendería, años después, que fue su manera enfática de comunicar que la vida familiar era demasiado apretada para ella y necesitaba algo más. Aire, libertad, movimiento. Autonomía. Incluso un poco de soledad. No es de extrañar que poco después volviera a enseñar y se redescubriera a sí misma.

Danda Santini directora de “iO Donna” (foto de Carlo Furgeri Gilbert).

Cuando entré por primera vez solo en una habitación de hotel, en un viaje de negocios., por la noche bajé a comer un bocadillo al bar más cercano. Al día siguiente, para ponerme a prueba, elegí el restaurante: vacilante cuando me preguntaron “¿Está sola la señora?”, avergonzado hasta que me di cuenta de que nadie estaba interesado en mí, y sólo entonces me relajé.

Sólo entonces lo descubriría el lujo sibarita del “room service”, el verdadero beneficio de viajar: gran cama intacta disponible, orden y silencio, largo baño caliente sin interrupciones, albornoz y luego una rica cena en la tele (tortilla con patatas fritas, algo con chocolate), zapping libre y sin discusiones.

Hoy en día, si almorzo solo en un viaje de negocios, a la pregunta del camarero “¿Estás solo?”, respondo con indiferencia: “Sí”. Sola con mis pensamientos, conmigo, con lo que he hecho y lo que haré. No es lo que quiero toda mi vida, sino lo que necesito de vez en cuando en la vida.

Ilustración de Cinzia Zenocchini

Por eso entiendo bien por qué tantas mujeres acompañadas felizmente, con niños alegres y ruidosos, después de un verano con una carga familiar a tiempo completo, mesas grandes, compras diarias y demasiados lavavajillas que cargar y descargar, cada uno con una necesidad diferente y tiempo que es cada vez más apretado, pueden Soñar con escapar, al menos por unas horas, de un fin de semana corto, de una visita a un spa.un paseo con amigos.

Que no tienen hambre a todas horas del día pero están acostumbrados a una ensalada sin condimentarno hacen ni deshacen programas locos a los que tengas que adaptarte, son puntuales, les encanta pasear por los mercados vintage y pueden pasar una tarde entera en un museo sin aburrirse.

Y también entiendo a los que viajan solos. (cada vez más numerosos), que saborean el raro privilegio de poder seguir su propia inspiración, sin preguntar ni tener que mediar, con los ojos bien abiertos por la curiosidad, los sentidos alerta para evitar el peligro, la mente eufórica por las infinitas posibilidades. Con la frente en alto, verdaderamente libres de todo y de todos, al menos por un rato. Para luego volver, amando un poquito más a todo y a todos.

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