En su estudio, que le valió el Premio Nobel de Economía, explica cuál es el problema: las mujeres tienen que cuidar más de la familia y están menos disponibles para horarios laborales flexibles


Antonella Baccaro (foto de Carlo Furgeri Gilbert).

leconomista de la Universidad de Harvard Claudia Goldin ganó hace unos días el Premio Nobel de Economía para estudiar las causas de la brecha salarial de género. Con su trabajo ha demostrado que, a pocos años de graduarse, la brecha es mínima pero crece aproximadamente diez años después de dejar la universidad. Coincidiendo con el periodo en el que se empieza a formar una familia.

En una entrevista el año pasado con el periódico Tiempos financierosGoldin explica qué es El principal problema: las mujeres siguen siendo la pareja que más gasta en el «frente interno» de la familia.. Este compromiso se convierte en un límite para el crecimiento de la remuneración ya que aumenta más que proporcionalmente en función de la disponibilidad para exceder la jornada laboral, por ejemplo los fines de semana, días festivos o en cualquier momento en que se solicite el servicio.

Goldin dice que el trabajo ejerce una forma de corrupción entre los empleados, ofreciendo un salario desproporcionadamente más alto a quienes no establecen límites de tiempo. ¿Cómo sales de esto? Cambiar la organización del trabajo, por ejemplo creando una fungibilidad de roles, de modo que nadie sea irremplazable. O, aprovechando lo que pasó de forma natural durante la pandemia, cuando nos dimos cuenta de que podíamos trabajar desde casa.

Brecha de género: el empleo femenino sigue sufriendo

Por lo tanto incluso profesiones que normalmente requerían viajar, como derecho o finanzas, se han vuelto más disponibles, a través de las plataformas, a quienes anteriormente, al tener que custodiar la casa, no podían realizarlas. Sin embargo, ahora, dice Goldin, se ha dado el salto y no hay vuelta atrás.

Pero sobretodo No debe suceder que esta ventaja, que podría ser aprovechada por ambos cónyuges, se convierta automáticamente en una elección exclusiva de las mujeres., creando otro gueto para mujeres. Entre las soluciones que Goldin sugiere a las empresas está la de obligar a ambos padres a tomar el permiso parental: quizás las mujeres en los meses previos al parto y los hombres en los meses siguientes.

O, añadimos, el legislador podría hacer obligatoria la licencia parental masculina. El tiempo justo para crear el mentalidad adecuada para convertirla en una práctica adquirida en la sociedad.

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