Viendo Brasil-Corea del Sur, me preguntaba qué tipo de autos manejan las estrellas de la Copa del Mundo. Resultó ser una pregunta irremediablemente ingenua. Un pequeño futbolista no tiene coche, sino flota. El delantero portugués Ronaldo tiene un parque valorado en casi 20 millones de euros. Gastó aproximadamente la mitad de eso en un automóvil, el Bugatti Centodieci. También podría haberle comprado 317 Kia Niros.
El Centodieci fue un regalo de Ronaldo para sí mismo después de ganar el título de 2020 con la Juventus. Era tan caro porque solo se hicieron diez copias. La industria automotriz tiene que ver con la ampliación, pero se puede ganar mucho dinero en el extremo superior del mercado. edición limitada.
Con la superestrella argentina Lionel Messi, Ronaldo no solo compite por el estatus de mejor futbolista de su generación, sino también por el de mayor coleccionista de autos. Según los rumores, Messi incluso pagó 32 millones de euros por un Ferrari 335 S Spider Scaglietti de 1957. Si eso es cierto, hay bastantes rumores circulando en sitios de fútbol y automóviles, sería el futbolista con el auto más caro.
El delantero inglés Harry Kane solo conduce (anteriormente) autos británicos, Jaguars, Bentleys y Range Rovers. La estrella francesa Kylian Mbappé tiene una pequeña colección de Ferraris, incluido un SF 90 Stradale híbrido. La versión del futbolista del Toyota Prius, pero no creo que debamos poner demasiada conciencia medioambiental detrás. Además de su Lamborghini o Rolls-Royce, muchos jugadores de fútbol también tienen ‘algunos Audi’. Extraño, ¿qué harían con esos ‘algunos Audis’?
Navegando por los sitios inmediatamente ves por qué los Países Bajos no se convertirán en campeones del mundo. Memphis Depay posee, entre otras cosas, un descapotable Mercedes Maybach S 650. En Instagram se puede ver cómo se apoya casualmente en él, con el puente Erasmus de Róterdam de fondo. El automóvil, aunque producido en una edición limitada de trescientas copias, costó unas irrisorias tres toneladas, insuficiente para competir con los grandes.
Al mirar todas las imágenes, es difícil no dejarse vencer por un moralismo melancólico. Un mundo enfermizo en el que a los jóvenes se les paga tanto que ya no saben qué hacer con su dinero por culpa de su locura. Y ni siquiera consideremos los relojes.
Tal vez sea la mentalidad deportiva, la testosterona, querer ser siempre el más grande y el mejor. Los mejores futbolistas también son los mejores fanfarrones.