En China y Rusia, la conmemoración se ha convertido en un arma


Soldados chinos en el desfile del 3 de septiembre para conmemorar el final de la Segunda Guerra Mundial.Imagen Getty Imágenes

El 3 de septiembre de 2015, desde la Puerta de la Paz Celestial, Xi Jinping elogió la victoria en la “Guerra de Resistencia contra la Agresión Japonesa”, como se conoce oficialmente a la Segunda Guerra Mundial en la República Popular China.

Xi recordó con orgullo que después de la invasión japonesa de Manchuria en 1931, los chinos habían luchado “con resolución” durante 14 años, el más largo de todos los aliados en la Segunda Guerra Mundial. El ‘aliado olvidado’ estuvo solo durante los primeros diez años en el campo de batalla asiático de la ‘Guerra Mundial Antifascista’.

Sobre el Autor
Ivo van de Wijdeven es historiador y escritor El poder del pasado GRAMOLa historia como arma política.. Esta es una adaptación de una conferencia durante Rondom Vrijheid en Nijmegen.

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El presidente también lamentó las 35 millones de víctimas chinas: “La mejor manera de honrar a los héroes que dieron su vida por la libertad, la justicia y la paz, y de llorar la pérdida de vidas inocentes que la guerra les ha arrebatado brutalmente, es asegurar que ese esta tragedia nunca volverá a suceder.

Hasta ahora, todo bien. Pero luego Xi tomó asiento en una limusina estatal para una inspección de 12.000 militares y una impresionante colección de material rodante. Luego retumbó a través de la Plaza de Tiananmen en un desfile que fue cerrado por un desfile aéreo de doscientos aviones. Acompañado por el invitado de honor Vladimir Putin, Xi observó con satisfacción.

¿El mensaje subyacente de esta gran conmemoración? China nunca más permitirá que la hostiguen, opriman o subyuguen. O como Xi amenazó a su Partido Comunista en el 100 aniversario en 2021: “Quien intente hacerlo será golpeado contra una Gran Muralla de acero, construida con la carne y la sangre de 1.400 millones de chinos”.

modelo rusa

La presencia de Putin en Beijing no fue una coincidencia. El desfile de la victoria chino fue en todos los sentidos una copia del modelo ruso. Cada año, el 9 de mayo, los tanques retumban en la Plaza Roja en honor al orgulloso triunfo en la Gran Guerra Patria. En 2015, Xi se sentó en primera fila junto a Putin en Moscú.

Putin también destaca la enorme cantidad de 27 millones de bajas sufridas por la Unión Soviética en la lucha contra los nazis. Y todo el armamento ruso, incluidos los lanzadores móviles de misiles nucleares, debe dejar claro al mundo exterior que Rusia tampoco se dejará engañar.

La Segunda Guerra Mundial se ha convertido en el eje de la historia tanto en China como en Rusia. La guerra es simultáneamente el punto bajo trágico y el punto alto glorioso. Ambos países derivan de ello su estatus actual de superpotencia. La guerra es el núcleo de la identidad nacional y del programa político.

Xi y Putin cultivan conscientemente sentimientos de orgullo. Y recalcan que el resto del mundo no aprecia los grandes sacrificios y el enorme esfuerzo bélico. El orgullo se infecta de resentimiento.

Además, la ‘Guerra Mundial Antifascista’ aún no ha terminado: China y Rusia todavía están bajo amenaza. Xi deja abierto quién es el enemigo, pero eso no es un misterio. Putin lo dice alto y claro: Occidente sigue los pasos de los nazis y vuelve a amenazar a los rusos. La conclusión: la historia justifica la asertividad china y la agresión rusa.

Unidad y conexión

En China y Rusia, la conmemoración se ha convertido en un arma. La memoria engendra unidad y conexión. Al alimentar los sentimientos de orgullo por un lado y la pérdida, la injusticia y la falta de respeto y aprecio por el otro, la identidad nacional se utiliza para la movilización nacional.

El resultado es una imagen enemiga que debería, en el mejor de los casos, convencer a la población de colorear dentro de las líneas o, en el peor de los casos, de seguir ciegamente al líder en una guerra devastadora. Porque eso es lo bizarro: Xi y Putin sacan la conclusión de ‘no más guerra’ de que hay que armarse hasta los dientes y ‘defenderse’ a toda costa.

Debemos ser conscientes de esto y debemos actuar en consecuencia. Es bueno que celebremos la libertad cantando y bailando en los Festivales de la Liberación. Pero ahora que los tanques ya no solo ruedan por las calles en desfiles, también debemos estar preparados para defender esa libertad. Desafortunadamente, la demostración de fuerza en Beijing y Moscú significa que no podemos quedarnos atrás. La libertad no es opcional.

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