Marianne (42): “La situación en casa ya no es sostenible. Mi marido y yo caminamos de puntillas. Nuestra hija menor está realmente asustada. La tensión es palpable, los visitantes ya no vienen aquí. Siempre existe el temor de que la situación se intensifique. Nuestro hijo Maarten es rebelde. Comenzó a una edad temprana cuando comenzó a tirarle sus juguetes o a golpearlo. Pensamos que es un niño temperamental. Comentarios de otros como: “es la pubertad del niño” nos tranquilizaron. Pero no es normal que tu hijo explote ante el más mínimo detalle. Con un ‘Ven a cenar, Maarten’, simplemente se podía hacer un agujero en la puerta porque teníamos que dejarlo en paz. Su hermana menor tenía que pagar el precio periódicamente. Una vez le arrancó un mechón de pelo de la cabeza porque estaba cantando una canción y Maarten pensó que debía parar inmediatamente. Sin querer, desarrollé una aversión por mi propio hijo. Él debe haber sentido eso. Un día escupió despectivamente a mis pies y dijo que no debería haber tenido un hijo. Fui una mala madre que no lo amaba, pensó.
Cuando éramos niños pequeños, mi marido y yo todavía podíamos manejar a Maarten. Mantuvimos la calma y establecimos límites. Ahora tiene quince años y se está convirtiendo en todo un chico. Nunca olvidaré cómo se levantó volando del sofá para golpear a su padre porque le pedimos que le diera unas patatas fritas también a su hermana. Nuestra hija se agachó a mis espaldas, no quería verlo, comencé a gritar y por reflejo agarré mi teléfono. “¡Si no te quedas callado ahora, llamaré a la policía!” Le grité a Maarten. Fue el punto más bajo de mi vida. No me atrevo a compartir esto con nadie. Me da vergüenza que haya resultado así. No pasa una hora en la que no me pregunte qué hicimos mal. Hace algún tiempo se llamó a las fuerzas de emergencia. Nos guiamos por el Centro de Cuidado Infantil y Apoyo Familiar. Actualmente se está considerando la colocación fuera del hogar. Esta situación ya no es segura y responsable para nadie. Tengo muchas ganas de que Maarten nos deje y lo temo. Tengo tanto miedo de que nunca termine bien, de que no encuentre paz y felicidad en su vida. Y tengo miedo de ser juzgado por quienes me rodean. La madre que crió a un niño agresivo y lo echó cuando era adolescente”.