Además, también se espera que los “nuevos” holandeses sepan mucho sobre la sociedad. Eso no fue fácil para Lucille May Curato, quien llegó de Filipinas hace cinco años. “Esa es la parte más difícil para mí. Hay que aprender muchas cosas sobre reglas, política, seguros, pero también historia”, dice. “Fue difícil, pero pude hacerlo”.
Ambos están contentos con sus pasaportes holandeses. “Se siente bien”, describe Ceca. “Soy la misma persona que antes, pero ahora pertenezco a esta sociedad. Ya me permitían vivir aquí porque tenía un permiso de residencia. Pero tener pasaporte suena un poco diferente. Ahora soy realmente un holandés”.
Faiaz Dindar, de 17 años, también tuvo un día especial. Nació aquí en los Países Bajos, pero recién hoy se convirtió en ciudadano de verdad. “Tuve que esperar un poco”, dice con sensación de eufemismo. “Fue una combinación de muchos procesos. Tuve que viajar mucho a otros municipios y edificios del IND”.
Su padre es originario de Afganistán. Como Faiaz creció en los Países Bajos, aprendió el idioma con mucha facilidad. Sin embargo, todavía existen algunas diferencias culturales. “Conoces la aplicación Tikkie, ¿verdad? Esa es la mayor diferencia. Muchos de mis amigos usan esa aplicación, pero yo nunca”, bromea. ¿Ahorro holandés? “Si, ja ja.”