Emiel van Engelen (30) ha estado mucho en el campo de fútbol desde su juventud, pero nunca ha practicado balonmano. Emiel nació sin brazos. “Un experimento de la naturaleza”, describe con un guiño.
“Realmente es mi casa”, comienza Emiel mientras camina hacia el campo del FC Tilburg. Ha estado jugando con esto desde que era un niño. “Sólo con los equipos normales”, subraya. Creció con los compañeros. “Aquí casi todo el mundo me conoce”.
“No rehuyo un codazo en la espalda”.
En el vestuario también se nota que sus compañeros de fútbol lo conocen desde hace mucho tiempo. Cuando entran, Emiel se acerca a todos y les da un pie cinco. Uno de sus amigos le ayuda a atarse los cordones con todo su cariño y entonces puede empezar el fútbol.
“Emiel es realmente un gran tipo”, dice uno de sus compañeros antes de entrar al campo. “Pero en realidad no sabe jugar muy bien al fútbol”, dice con un gran guiño. El propio Emiel lo sabe mejor: “Al menos no puedo jugar a las manos. ¡En realidad, todo el mundo necesita un ‘Emiel’ en su equipo!
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En el campo a veces nota que el rival se frena un poco al principio. “Pero si se dan cuenta de que no tengo miedo de empujarme con el hombro, afortunadamente también se unirán al duelo”, se ríe Emiel, golpeando la pelota con el pie izquierdo y el derecho. “Además, todos queremos ganar”, añade el fanático jugador del FC Tilburg.
Nunca quedó del todo claro por qué Emiel no tiene brazos. “En las primeras seis semanas un niño desarrolla brazos y piernas, pero en mi caso sólo se han desarrollado las piernas”. Se encoge de hombros riendo: “Bueno, el experimento de la naturaleza”.