«Elijo a Bonaccini, pero en el trabajo viejas recetas: necesitamos un nuevo Estatuto del Trabajo»

Las propuestas en la materia, a saber, la superación de la Ley del Empleo por un lado y el instrumento de reducción de la cuña fiscal por otro, ya estaban en el programa del Pd para las elecciones del pasado 25 de septiembre. Es necesario hacer un esfuerzo por innovar profundizando en la nueva realidad del trabajo e imaginando la perspectiva de futuro. Por eso he propuesto un nuevo Estatuto del trabajo: porque el mundo ha cambiado profundamente y en los últimos años ha habido una compresión de salarios y derechos cada vez más insostenible en la multiplicación de tipos de contrato. Responder a nivel laboral y tributario es una condición necesaria pero no suficiente. También porque hay sectores y cadenas productivas en los que el trabajo a plazo fijo es inevitable. Estoy pensando en trabajos de temporada en turismo o agricultura. La intervención pública debe ser reguladora y apuntar a la reorganización general del mercado laboral. Por ello, el objetivo del nuevo Estatuto debe ser el reconocimiento de derechos universales (enfermedad, derecho a la paternidad con permiso de maternidad, licencia igualitaria, salario mínimo, seguridad social) para todo tipo de trabajo, no sólo el dependiente. pero también al autonómico, números de IVA y precisamente precarios. También es necesario centrarse en la reducción progresiva de la jornada laboral por salarios iguales y en la redistribución del trabajo hacia las mujeres y los jóvenes. Significa introducir talento y creatividad en los procesos productivos, rejuvenecer sectores enteros, aumentar la productividad, redistribuir la riqueza. También en Italia ya hay ejemplos virtuosos, como Banca Intesa y Luxottica.Ecología y trabajo.

¿No existe el riesgo de perder empleos y dañar nuestros negocios con la transición?

La necesidad de una transición ambiental es ahora un hecho establecido, no hay alternativas si queremos salvar nuestro planeta. Pero la transición, bien gestionada, será una herramienta de política industrial para el crecimiento y el empleo, generando empleos más cualificados, mejor remunerados y más estables en el tiempo. Pero hay que tener claro que sin intervención e inversión pública no será posible. Por ejemplo, para ceñirnos a un caso de actualidad, no hay posibilidad de hacer que los edificios sean más eficientes como se decidió en Europa sin la mano pública: necesitamos una fuerte inversión pública y políticas industriales y fiscales específicas si no queremos que el coste de la transición recaerá sobre los más débiles. El reto al que estamos llamados es acompañar y apoyar a las personas y empresas menos preparadas para afrontar este cambio necesario en nuestro modelo de desarrollo (transición de una economía lineal a una economía circular). En este contexto, para mí el marco de valores es la “ecología integral” proclamada por el Papa Francisco en la encíclica “Laudato Si'”: “No podemos dejar de reconocer que un verdadero enfoque ecológico se convierte siempre en un enfoque social, que debe integrar justicia en los debates sobre el medio ambiente, para escuchar tanto el grito de la tierra como el grito de los pobres”. En resumen, todos los ciudadanos deben tener la oportunidad de pasar por una transición que sea social y económicamente sostenible.

Otro tema divisorio sigue siendo el de las alianzas: el Partido Demócrata debe mirar hacia los M5 o el Tercer Polo?

Lo dije desde el principio: el Partido Demócrata debe redescubrir la hegemonía de la izquierda. Luego pensaremos en alianzas. Por otro lado, la próxima cita electoral importante será el Europeo de 2024, dentro de más de un año, donde votaremos con el sistema proporcional y por tanto sin obligación de alianzas. Para cerrar, un eslogan a la izquierda: ¿patrimonial sí o no? ¡La reforma fiscal que hay que hacer es más radical que la patrimonial! Este tema también me parece nostálgico: primero tomemos los 80 mil millones de evasión de impuestos, y es posible hacerlo en dos años, y equilibremos el trabajo y los ingresos. En resumen, los que no pagan deben pagar primero.



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