A los ojos de hoy, la década de 1950 (o al menos la imagen cliché de ella) tiene algo de opresivo. Esos céspedes perfectamente rastrillados en suburbios principalmente blancos, mujeres con coloridas faldas lápiz que corren detrás de sus hombres que se van a la oficina por la mañana con una lonchera y luego alcanzan la aspiradora. Feminismo y diversidad siguen siendo malas palabras para muchas personas, entonces casi nadie las usaba. Por un momento Don’t Worry Darling parece interesado exactamente en este asunto, pero en el acto final este lío de la película ensucia su propio nido.
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