En Italia de cada diez trabajadores sólo hay cuatro mujeres. Así lo confirman con total claridad los primeros datos de empleo de 2021 publicados por Istat y procesados por la Fundación Moressa. El “vaso medio lleno” dice que tras el fuerte descenso de 2020 provocado por la pandemia (-724 mil, -3,1% respecto a 2019), en promedio en 2021 el empleo volvió a crecer en 169 mil unidades (+0,8% respecto a a 2020). El “vaso medio vacío” en cambio nos dice que si analizamos la tendencia a más largo plazo, la recuperación aún no ha compensado los puestos perdidos: los 22.554.000 trabajadores en 2021 están por debajo de la cifra de 22.959.000 en 2018. En este contexto, pierden tanto hombres (13.044.000 frente a 13.282.000) como mujeres (9.510.000 frente a 9.677.000).
La caida
Analizando dónde se concentra el crecimiento de los dos segmentos de empleo -masculino y femenino-, se desprende que el aumento del empleo femenino parece más estructural: “El empleo femenino -señala el informe de la fundación Moressa- se concentra de hecho en los servicios (más de 70 % ocupados), mientras que el empleo masculino está presente de forma más sustancial también en la industria y la construcción. Pero mientras el empleo femenino crece en casi todos los sectores (sólo el comercio muestra signo negativo), el crecimiento del empleo masculino se debe casi exclusivamente al sector de la construcción».
¿Dónde está el vulnus entonces? En la pequeñez de este componente sobre el total: la incidencia del 42,2% es todavía demasiado baja. Pero no sólo es preocupante la situación de algunos contextos territoriales. Porque si es cierto que “hay muchas regiones que reportan incrementos significativos en el empleo femenino y muchas conciernen al Sur”, la incidencia de la complejidad en algunas regiones como Campania (35,3%), Sicilia (35,8%) y Calabria muestran una marginación dramática. del trabajo femenino.
La certificación de paridad
Sin embargo, ahora podría venir un nuevo impulso de la activación de una de las medidas del PRN, prevista por la misión 5 con una cobertura financiera de 10 millones de euros: se trata de la certificación de paridad. De hecho, el 24 de marzo se perfiló la práctica de referencia UNI/PdR 125:2022, que define criterios, prescripciones técnicas y elementos funcionales para la certificación de género. Este es un paso necesario para la entrada en vigor de una herramienta que permitirá a las empresas que promuevan el trabajo femenino y la igualdad de oportunidades tener ventajas fiscales. ¿Cómo funcionará? En la práctica, las prácticas definen los seis drivers necesarios para establecer el otorgamiento de la certificación. Yo soy:
1 el respeto a los principios constitucionales de igualdad e igualdad;