El taxista busca a una mujer mayor con pasaporte holandés

Niña de la Parra17 de julio de 202215:24

‘Oh, ¿eres la hija de Pim de la Parra?’, exclama con entusiasmo un hindú en la Jodenbreestraat de Paramaribo.

‘¡Mi marcha, papi! ¡Roy, hijo de puta, eres mío!’, grita y se ríe a carcajadas. Para los bakras (cabezas de queso) entre nosotros que ahora están como arrepentidos, de qué están hablando: mi padre hizo una película icónica de Surinam en 1975: Canalización Wan. Los textos que este hombre estará lanzando a un ritmo acelerado en 2022 son todos Canalización Wan-cotizaciones.

‘Está bien, señor, adiós, ¡vamos de nuevo!’, llamo un poco demasiado eufórico. Todavía puedo escuchar su voz a todo volumen al otro lado de la calle: “Aaaaai es bueno. ¡¡Señora!! ¡HOLANDA TIENE DINERO!

Holanda tiene dinero. Frase célebre de la película, que se pronuncia cuando el protagonista Roy Ferrol necesita un billete de avión para venir desde Holanda a su madre moribunda en Paramaribo. ‘Pero dinero, papi, ¿tienes dinero?’, pregunta la hermana. A lo que papá Ferrol, el padre de la película, responde: ‘¿Dinero? ¡Holanda tiene dinero!

Sigo caminando por las calles rotas de Paramaribo, la ciudad donde crecí en parte, de la mano de mi flamante amante surinamés.

Pienso en el hombre que se puso en contacto con nuestro productor surinamés y le pidió 500 euros por unas fotos que le había hecho a nuestro saxofonista durante una jam session hace veinte años. Pienso en el extraño viaje en taxi en el que estuve hace dos semanas con un taxista deprimido que me llevó donde mi sobrina en Hendrika J. Veldkampstraat y ya comenzó a decir en Star Shoes en Domineestraat que estaba ‘buscando algo’ y que ‘algo’ resultó ser una mujer mayor con pasaporte holandés que quiere garantizarle contra el pago, para que él pueda eludir el IND en un contrato de cohabitación ficticio en el que en realidad vive en una habitación en la casa de ella (con su propio baño y ducharse, según él) y hacer quehaceres para ella.

En este punto de su historia su taxi se detuvo, en medio de Kwattaweg, miré más allá de la ventana, que no se podía abrir, a los agujeros en el asfalto destrozado. Al final le di 300 SRD (12 euros) porque al parecer se le había acabado la batería del coche y también tenía que cuidar a su madre enferma (como prueba me mostraron una foto amarillenta de la madre en un IV desvencijado).

‘Hola bebé.’ Me sorprende la voz de mi amante. Hemos llegado a nuestro warung favorito.

Por supuesto tomo mi billetera y le doy los 200 SRD (8 euros) para el telo terie a pagar con pitjil y bakabana.

Holanda tiene dinero.

Nina de la Parra vive y trabaja en Surinam este verano.



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