En la acción que desembocó en el gol del exjugador de la Roma, el sensor registró la irregularidad y el árbitro pudo verlo “en el electrocardiograma” que le mostró en el monitor
Como un electrocardiograma. O un sismógrafo. Quien estuviera hoy frente al televisor para disfrutar del Bélgica-Eslovaquia no pudo evitar fijarse en esa ventanita negra, bordeada de azul, dentro de la cual la línea registró un cambio brusco cuando Openda tocó el balón con la mano. Exacto: es la acción que provocó la anulación del segundo gol de Lukaku. Y esa especie de electrocardiograma no es otra cosa que la detección de los sensores colocados en el interior de la pelota y útiles precisamente en casos como este. Es decir, cuando el toque es ligero y se le puede escapar tanto al árbitro como al VAR, o cuando la perspectiva para examinar la acción no es la óptima.
innovación
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De hecho, mucha gente, tras el zurdazo ganador de Lukaku, se preguntó por qué habían llamado primero al control desde la sala del VAR y luego le habían pedido al denunciante turco Meler que fuera a ver todo de nuevo directamente en el monitor. No estaba claro por qué: ¿Openda estaba en fuera de juego al principio? ¿Alguna irregularidad oculta? No: un toque con una mano, visible en la práctica sólo a cámara lenta, que permitió al belga ajustar mejor el balón en su acción contundente. En la práctica, el cambio gráfico visto en televisión corresponde al momento en el que el balón impacta con la mano y Meler en el monitor, además de repasar la acción, contó con la ayuda de la innovación tecnológica: la línea plana del dispositivo registró un pico y luego volvió a estar “inactivo”. El sistema se llama “Fussballliebe” – Amor por el fútbol – y equipa los balones Adidas suministrados para la Euro2024 y, por tanto, permite a los árbitros tener información en tiempo real sobre cuándo y con qué superficie del cuerpo fue golpeado el balón. El microchip insertado en el globo queda suspendido en el centro de la esfera gracias a unos cables tensados que impiden su movimiento. Y el globo no necesita baterías ni conexiones directas a fuentes eléctricas: se carga por inducción, gracias a campos electromagnéticos.
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