El próximo panadero tradicional berlinés se rinde


Por Sabine Klier

¡El próximo panadero tradicional de Berlín se rinde! La panadería Ladewig existe desde hace 55 años en Wrangelkiez, Kreuzberg. Tiene que cerrar a finales de año.

Olaf Ladewig (55) se hizo cargo de la tienda de su padre hace 21 años. “Ya no tengo perspectivas”, afirma con resignación. Reveló al BZ las razones por las que una antigua artesanía del barrio tiene que volver a morir.

Política de bolardo verde: Para llegar a su tienda en la calle Oppelner, 4, un conductor ha tenido que desviarse durante un año un kilómetro. La calle se convirtió en un callejón sin salida debido a los bolardos.

Ladewig: “Antes, muchos clientes paraban en su coche delante de la tienda de camino al trabajo y compraban pan y bollos. Luego el distrito simplemente siguió adelante sin pensar en nosotros, los dueños de negocios. Desde entonces, los clientes se han mantenido alejados. La política verde ha destruido empresas a través de esta polleritis”.

La panadería Ladewig en Oppelner Straße 4 se inauguró hace 55 años Foto de : Christian Lohse

Alquiler alto: A finales del año pasado se incrementó en 600 euros y en marzo en otros 500 euros, ¡hasta 3.800 euros!

Ladewig: “Ahora pago 40 euros por metro cuadrado. El índice de alquileres tiene la culpa. Pero los panecillos no son joyas. Los precios de las materias primas han subido y los supermercados son competidores”. Sus productos de panadería siguen siendo hechos a mano, no productos industriales. 500 gramos de pan de campo cuestan 2,40 euros. El café 2 euros.

Sin personal: Ya nadie quiere trabajar en este duro trabajo.

“No encuentro panadero, lo hago todo yo mismo”

Ladewig: “No encuentro panadero, lo hago todo yo mismo. No puedo hacerlo todo.» Su jornada laboral es de 15 horas: «Estoy en la panadería a las 2 de la madrugada horneando pan y bollos. Luego vienen los pasteles”. Abre a las 6 de la mañana y vende hasta las 5 de la tarde. Recientemente, un estudiante y un jubilado lo apoyan detrás del mostrador tres veces por semana. “Solo duermo cuatro horas y no tengo ningún pasatiempo. No conozco ningunas vacaciones”, dice.

Menos clientes: Diferente comportamiento de ventas desde Corona, el barrio está cambiando.

Ladewig: “La gente compra cada vez menos dulces. Por la noche, delante de la tienda la vida es intensa. Aquí se venden drogas. En esto es en lo que la clientela gasta su dinero. Los pensionistas tienen que recoger botellas de depósito para poder comprar panecillos. Las familias se están alejando”.

El fin de año ya ha terminado. ¡Esto no es fácil para Olaf Ladewig, que ha pasado toda su vida en la panadería!



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