La presidenta de la prestigiosa Universidad de Harvard, Claudine Gay, ha pedido disculpas públicamente por unos comentarios que realizó en el Congreso y que fueron considerados antisemitas en Estados Unidos. “Lo siento”, dijo Gay al periódico universitario. Harvard carmesí. “Las palabras importan”, admitió el conductor.
Gay fue criticada después de que le preguntaran durante una audiencia en el Capitolio el martes si pedir genocidio contra judíos viola las reglas de conducta de Harvard. El alto directivo dio una respuesta bastante evasiva, de carácter principalmente jurídico, y dijo que “depende del contexto”.
Otros dos presidentes de importantes universidades hicieron lo mismo en la audiencia, donde se preguntó a los administradores de tres importantes universidades estadounidenses –Harvard, la Universidad de Pensilvania y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT)– sobre los disturbios en sus campus desde la guerra entre Hamás e Israel han comenzado. Más tarde añadieron que sus declaraciones no significaban que la gente pudiera salirse con la suya con el antisemitismo en las universidades.
Al periódico universitario Harvard carmesí Gay dijo el viernes que “debería haber tenido la presencia de ánimo” para responder de otra manera. “Esos llamados a la violencia contra nuestra comunidad judía –las amenazas contra nuestros estudiantes judíos– no tienen cabida en Harvard y nunca quedarán sin respuesta”, dijo el presidente de la junta.
Las respuestas de los administradores provocaron una tormenta de reacciones en Estados Unidos, incluso en la Casa Blanca. “Es increíble que haya que decir esto: los llamamientos al genocidio son bestiales y van en contra de todo lo que defendemos como país”, afirmó el portavoz de la Casa Blanca, Andrew Bates.
Las principales instituciones de Harvard, la Universidad de Pensilvania y el MIT se enfrentan ahora a una investigación oficial por parte del Congreso de los Estados Unidos sobre sus esfuerzos para abordar el antisemitismo.
Las declaraciones de los directores también provocaron el enfado de varios financistas adinerados de los institutos. Por ejemplo, el millonario Ross Stevens, propietario de la sociedad de inversión Stone Ridge, retiró una donación de 93 millones de euros a la Universidad de Pensilvania. El millonario está enojado desde hace algún tiempo con la ‘Penn’, donde se graduó, porque cree que la dirección de la universidad actúa con demasiada laxitud ante las amenazas dirigidas a los estudiantes judíos.
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