Secciones Unidas
Las Secciones comunes, por tanto, no sólo “salvan” el contrato de préstamo, estimando que la violación del límite de financiabilidad no entra en conflicto con una regla imperativa (por cuanto está predestinada sólo a la especificación del objeto del convenio) y, por tanto, no concretan causa de nulidad del contrato, sino que incluso salvan el terreno propio de la hipoteca, con todos los beneficios de aplicación que se siguen.
La Casación llega a esta conclusión con un razonamiento algo complicado. Parte de la observación de que las partes contratantes del préstamo en realidad pretendían celebrar un préstamo con las características de un préstamo inmobiliario y que luego entran en conflicto sobre su validez (respaldado por el banco prestamista) o invalidez (respaldado por el prestatario) .
La calificación conferida por las partes en un contrato
En vista de esta consideración, el Tribunal Supremo afirma que el juez no puede alterar la calificación conferida por las partes a un contrato, salvo que el contrato sea inválido (y, por tanto, se esté discutiendo judicialmente su convertibilidad en contrato válido; pero, como mencionado, en este caso debe excluirse la nulidad) o a menos que esta calificación sea en sí misma objeto de una disputa en los tribunales.
En este último sentido, la Casación afirma que, cuando se trata de realizar la recalificación de un contrato, es necesario proceder en términos estrictamente objetivos a fin de reconstruir cuál fue la intención común de los contratantes.
Pues bien, si esta intención común (aducida por las mismas partes o constatada por un juez) es precisamente la de estipular un contrato de préstamo de tierras, el juez no puede ir más allá y recalificar el contrato sometido a su examen para que produzca los efectos de un contrato diferente, como, en el caso específico, sucedería si un contrato de préstamo de tierra se reconfigurara como un préstamo ordinario.