El pianista Lang Lang hace saltar a Bach por el aro


Lang Lang es un pianista clásico con la reputación de una superestrella, lo que una vez más es evidente en un Concertgebouw con entradas agotadas llenas de sorprendentes audiencias nuevas, en su mayoría asiáticas. Un boleto para su actuación a menudo significa fuegos artificiales pianísticos. A veces eso encaja bien, pero ahora está de gira con los Variaciones Goldberg de Bach. Música conocida, hermosa y expresiva, desde meditativa hasta saltar y todo lo demás.

Después de un ‘Aria’ algo largo y agotado (el tema que luego suena un poco o completamente diferente treinta veces; de ahí ‘variaciones’), la primera variación todavía suena muy bien medida. Pero inmediatamente después Lang consigue lo que parecía imposible: reproducir el espíritu de Bach a partir de una pieza de Bach. Sigue un espectáculo de circo con todos los extremos pianísticos: desaceleraciones de frenado de emergencia como vehículo para miradas conmovedoras, velocidades obscenas que entretienen variaciones enteras en meros glissandos (¡aplausos, tan inteligentes! Pero llenos de descuido), dos manos en una tecla para tocar aún más fuerte y poses dramáticas finales. . Toma notas cuando es necesario. Donde no es necesario, esconde líneas melódicas. Llámalo una nueva interpretación.

guardaespaldas

Las pocas veces que brilla la engañosa sencillez de Bach, es como si Lang lo silenciara de inmediato tocándola a todo volumen: debería hablar Lang Lang, no Bach. Lang tiene el látigo, Bach salta a través de los aros. Una cáscara vacía se convierte en su música. Hasta que Bach dejó de brillar e imaginaste vívidamente que Bach había salido de la sala, persiguiendo al puñado de público que tampoco había venido para un espectáculo espectacular.

Pero la gran mayoría de la audiencia consiguió lo que quería: una superestrella, incluidos dos amplios guardaespaldas en primera fila, para quienes durante los frenéticos aplausos la oscura sala brilló con los flashes de las cámaras durante minutos. Quien tuvo que darse la mano en la alta escalera roja del Concertgebouw y firmar autógrafos entre dos bises, incluyendo uno dedicado a “este año especial de amistad entre los Países Bajos y China”. Aplausos.

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